El transporte es el origen de la Feria de las Flores

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La Feria de las Flores de Medellín tiene en su trasfondo un homenaje a los medios de transporte: silletas, caballos, autos, chivas y bicicletas.

Una silleta cuenta la historia.

En los albores del siglo XX era común que por las calles del centro de Medellín pasaran silleteros conmigo, cargado de mercancías, flores y hasta personas enfermas que no podían caminar. Verme en sus espaldas debió haber sido un espectáculo. Salíamos temprano de Santa Elena. La historia cuenta que el medio de transporte para bajar la empinada montaña que separa a este corregimiento de Medellín era yo, una silla amarrada a las espaldas de los campesinos.

Al principio no era una herramienta de exhibición. Era, más bien, un medio de carga y transporte. Y si uno ve, de la silla sale el silletero. Al principio me llevaban esclavos, me usaban para transportar mercancías por aquellos caminos en los que las mulas no podían andar. Aparecí en tiempos pasados y seguí vigente, pues los campesinos no tenían otra forma para bajar flores, verduras y carbón a los mercados de la ciudad.
Y a pesar de que trabajábamos, para los ojos de los medellinenses vernos era entretenimiento. Poco a poco, lo que era un medio de subsistencia empezó a ser parte de los planes de ciudad.

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Aunque no fui protagonista, recuerdo que las primeras exhibiciones florales en Medellín fueron en 1940. Más tarde, en 1957 la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín decidió retomar la Fiesta de las Flores, celebración que la misma organización llevaba a cabo a principios del siglo XX. Y en ese año, el evento recibió el nombre de Fiesta de las Flores.
Fue mi debut: el espectáculo central fue un pequeño desfile de silleteros. Problemas de seguridad hicieron que en 1958 y en 1959 no pudiera salir a las calles, pero la fiesta regresó en 1960, ahora como la Fiesta de la Libertad y las Flores. El año siguiente recibió el nombre de Feria de los Textiles y las Flores. A pesar de los cambios de nombre, la fiesta se basaba en el desfile en el que yo era protagonista. Y cada año fui ganando relevancia dentro de la celebración.

Hay quienes dicen que yo soy un culto al transporte. ¿Por qué? Porque el progreso de Medellín siempre ha estado ligado a la forma en la que nos movemos. Vivo en una ciudad encunada en medio de las montañas, por vivencias propias, sé que depende de las vías y los vehículos para poder comunicarse. Por eso dicen que el culto a la movilidad ha estado siempre en la fiestas de agosto: me han acompañado caballos, chivas, autos clásicos y antiguos y, desde hace poco, un medio que cada vez es más popular: las bicicletas. Todos estos desfiles son, sin duda, un homenaje a los medios de transporte, al progreso y a la movilidad.

Fuentes: Édgar Bolívar, antropólogo, y Martha María Peláez, abogada especialista en patrimonio histórico.

 

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Por: Juan PabloTettay De Fex / [email protected]

 

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