De las manos de José salen pétalos de dalia

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Desfile de Silleteros de las Feria de las Flores: “El que es silletero necesita un jardín. Una casa en el campo sin jardín sería como vivir uno en un desierto”

Del cielo cae el sol fuerte de la mañana sobre la tierra, lo que la seca y la dispersa en nubes de polvo cuando pasa el viento por el jardín de José Ángel Zapata, en el corregimiento de Santa Elena. Por un estrecho camino el campesino recorre el paisaje de colores que ha sembrado con su familia durante los últimos meses, y que hoy muestra sus pétalos en todo el “redondor”, como llama él al pedazo de tierra donde creció con sus hermanos. Sus ojos bajo el sombrero son tímidos con la gente, pero agudos para buscar plagas y hojas secas entre las flores.

 

Con los dedos de piel rugosa toca la rosa amarilla, que huele fuerte al atardecer y le ayuda a controlar los insectos, y mira con orgullo las dalias que aquí y allá asoman sus muchísimos pétalos sobre las demás. Su jardín de colores es el legado de sus padres, a quienes “mi diosito ya los llamó a arreglar otro jardín todavía más hermoso”, como lo expresa el hombre del campo.

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Su madre, Eloísa Amariles, le dejó otra herencia en forma de contrato: con este baja a Medellín hace 12 años a recorrer con su silleta monumental el Desfile de Silleteros, evento central de la Feria de las Flores que se realiza el domingo 7 de agosto. Eloísa fue una de las fundadoras del desfile y lo hizo durante 40 años, hasta que la enfermedad le impidió volver. Desde entonces es José el que siembra las flores, arma la estructura de madera y pone las margaritas amarillas con los zapatos de obispo rojos, un ramillete de flores secas con uno de plantas frescas, y el jazmín de noche como follaje verde que cuida los frágiles brotes del maltrato del camino.

“Nosotros empezamos a armar la silleta a las 6 de la tarde del 6 de agosto, y la estamos terminando a las 4:30 o 5 de la mañana que es cuando llegan los carros para llevarla a Medellín. Este trabajo se hace en familia” cuenta José. Para él es importante que la silleta se arme mientras no haya sol, de forma que las flores bajen frescas, “porque son para concurso”.

Con sus silletas ha ganado en tres ocasiones en la categoría monumental, que premia estructuras de grandes dimensiones (mínimo 2 metros), que muestren los colores y las variedades de flores. Su jardín, además, ha ganado 7 premios de jardinería.

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“Aquí tengo 60 variedades de flores tradicionales. Yo quise recuperar estas flores con las que nuestros padres nos traían el sustento”, explica, mirando las alvarinas azules que están por todo el predio al lado de las caléndulas doradas y las margaritas color lila. “Eso es lo que quise volver a recuperar, flores que sean con colores fuertes. Porque tú te metes a un jardín de estos, tengas algún problema, algún dolor de cabeza, y las flores te van a hablar y se te quita cualquier problemita que tengas”, asegura. 

 Su secreto y su receta son los preparados orgánicos, hechos a base de plantas medicinales y hortalizas, y la conversación cariñosa que tiene con su jardín: “A esto hay que ponerle mucha dedicación, mirando las hojitas… yo me levanto a las 5:30 de la mañana y a las flores hay que hablarles, yo por ejemplo en junio, julio, les digo, bueno pues, sepan que las necesito pa’ agosto que se viene el mes de las flores. Pueden ver en estos momentos que ellas le responden a uno”. 

Su finca silletera se llama El Pensamiento, porque cuando era pequeño le arrancó por error a su mamá unas plantas de pensamiento que tenía en la casa y el regaño fue tan grande que nunca lo olvidó. En el corredor de su casa también tiene colgadas estas flores, y allí de pie la pequeña Celeste, su nieta bebé, vestida de campesina tradicional antioqueña y con un tocado de flores en el cabello negro, recibe a los turistas que visitan la casa y los sembrados para conocer el que hacer silletero del corregimiento. 

 

“Llevamos 4 años con el proyecto de turistas.

Nosotros no tuvimos la oportunidad de estudiar porque nuestros padres eran bastante pobres y la escuela quedaba muy retirada, entonces siempre le tenía uno temor a la gente, anteriormente yo los veía llegar y se escondía uno. Gracias a dios me ha dado la oportunidad de que la gente venga acá y es muy bueno, uno los ve asomar y el corazoncito siempre le hace así pero ya se superó ese miedo”, recuerda José Ángel. 

En la semana de la Feria de las Flores recibe en las mañanas hasta 80 personas. Con apoyo de su familia, incluidos sus hijos José David y Carlos Andrés, les hace un recorrido, les ofrece canelazo con anís que siembra junto a las flores, hace una charla sobre la cultura silletera y les muestra una pequeña silleta que heredó de sus padres, con la que explica cómo ponían las flores sus ancestros para venderlas en Medellín. También la noche que prepara la silleta es acompañado por turistas locales y extranjeros. 

Para la ocasión, así como para el desfile, José se pone el atuendo típico, con carriel, tapapicho y alpargatas. Con idéntica vestimenta aparece en las fotos que decoran su sala, donde tiene enmarcadas sus apariciones en prensa, las fotos con su esposa entre las flores y sobre una mesa una docena de álbumes con las fotos de las silletas que ha hecho para el concurso. 

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Feria de las Flores
Feria de las Flores

 

Cuando pasa la temporada de las flores, José las reemplaza con hortalizas como lechuga crespa, brócoli, coliflor, cilantro, remolacha, zuchini, acelga y espinaca. “Dio mucha dificultad en un tiempo con los muchachos estudiando, pero ya me fui atando al campo y yo no he salido de aquí en toda mi vida, y ya mucho menos, como pobre uno sobrevive, no necesitamos mucha plata sino con lo que mi diosito nos dé con qué sostenernos”, dice.

Su casa está cerca de la de sus hermanos, tres de los cuales también son silleteros del desfile. Desde la finca El Pensamiento, que queda en la vereda El Rosario, se ven las flores, y atrás las montañas cercanas con un frondoso bosque verde. El silletero no quiere salir de su hogar. “Yo aquí moriré. Ya uno sabiendo el trabajo saliendo le daría dificultad hacer otras cosas, no es difícil, porque si uno se propone todo lo logra, pero sí sería muy duro. Quiero ser como mi mamá, que estuvo aquí 89 años”.

Para él, su hijo Carlos Andrés, de 24 años, podría ser su sucesor cuando sea el momento, porque es quien trabaja tiempo completo con él. “Este es el legado más grande que nuestros padres nos dejan”, asegura, sin cansarse de ver los brotes moverse por viento frío que viene de la montaña.

 

Recomendaciones para la noche silletera:

Estos recorridos se realizan el sábado 6 de agosto, cuando los visitantes van a las fincas para presenciar el proceso de elaboración de las silletas.

• La vía de ingreso al corregimiento se cierra a particulares a las 2 pm. Se recomienda utilizar transporte público.
• Ojalá no llevar niños pequeños, al ser un evento masivo pueden presentarse inconvenientes.
• Consumir licor moderadamente.
• Respetar el trabajo de los silleteros y no interferir en la construcción de las silletas.
• Llevar ropa cómoda, porque se camina mucho de finca en finca.

Por Laura Montoya Carvajal

 

 

 
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