El taco en Medellín está imposible… ¡ni se diga en los peajes!

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Moverse en Medellín implica perder más de 50 horas por año entre tacos. Un reto de salud y economía. Pero qué tal lo que se vive de regreso de la vuelta a Oriente o en el retorno del Occidente.

Hay montaje de escenarios para la Feria de las Flores y se arma el taco. Hay eventos de la Feria y poco hay por dónde moverse. Y no es un problema exclusivo de agosto: diciembre, el fútbol, un paro, un choque en la Regional, llevan esta ciudad a sus límites.

Hay que señalarlo una y otra vez. No se puede convertir en paisaje el fenómeno de la congestión en Medellín, ni se puede relativizar su gravedad comparando nuestro caos con el de otras ciudades: es aquí donde tributamos, donde movemos la economía, donde reclamamos calidad de vida.

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Es aquí donde un viaje en carro que inicia en El Poblado en una alta probabilidad se tomará no menos de 41 minutos. Dato de Medellín Cómo Vamos. Es aquí donde la velocidad promedio es tan solo de 23 kilómetros por hora, según el Ministerio de Transporte.

Entretanto hay otro taco al que el sistema metro, ni la bicicleta, ni la caminata podrán salvar. Porque el uso del carro en El Poblado tiene que ser revaluado (el 31% de los viajes tiene destino dentro del mismo sector), ¿pero qué hacer con los tacos en los peajes? Moverse en Medellín es retador para la salud y la economía, pero ni se diga un regreso de vuelta a Oriente o un retorno del sol en el Occidente.

El uso del carro tiene que ser revaluado. Casi una tercera parte de los viajes son entre El Poblado y El Poblado. Como una redundancia. ¿Pero qué hacer con los peajes? Ni metro, ni bicicleta, ni caminata aplican.

El túnel está registrando en un fin de semana hasta 10.000 vehículos y para un puente festivo se disparan hasta 16.000. En todo el tramo hay frentes de obra y solo queda esperar que se cumpla con el anuncio de entrega en diciembre de 2022. En Oriente, Las Palmas soporta 12.200 carros, según cuentas del peaje de Devimed del 22 de junio, además de los 28.657 de Guarne del día 24.

Pero si bien no hay mayores opciones en modalidades de transporte y la demanda es numerosa, los operadores de los peajes señalan prácticas que suman en la marcha de tortuga: no tener dinero y verse obligado a retornar; pagar todo con monedas; no portar el dinero a la mano y buscarlo en bolsillos, bolsos y guanteras; ingresar a la fila en un horario prohibido para el tipo de vehículo; conversar con el operador del peaje. Todas situaciones cotidianas.

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Hay que poner en práctica el sentido de la corresponsabilidad en los peajes -allí también-. No se puede extender el modelo de congestión del Aburrá a esos pasos estratégicos, ni se pueden condenar al descarte regiones claves para la economía, la vivienda, el transporte o el turismo.

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