Zoraida Gaviria, artista plástica

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“…Me gusta la calle, me gusta caminar la ciudad, me gusta sentarme en una cafetería, conversar, leer, mirar a la gente…”

Ignoro que tan atrevido sea decir que son muchos más los que conocen la faceta de arquitecta y especialista en ordenamiento urbano de Zoraida Gaviria Gutiérrez que aquellos que conocen su otra cara: la de artista plástica dedicada, disciplinada y con una manera de ver el mundo que ha elaborado en años de dedicación al dibujo, al grabado y a la observación de la ciudad, sus esquinas, sus barrios y sus gentes. Conversar con Zoraida es descubrir la posibilidad del humor cuando se habla del trabajo; es superar una timidez aparente y, sobre todo, es encontrar un respeto profundo por Alberto González y Óscar Jaramillo, sus maestros, con quienes ha trabajado durante los últimos veinte años.

“… Soy una aficionada, apenas estoy trabajando como para la reencarnación”, dice con una sonrisa. “Voy los miércoles al taller de Óscar Jaramillo, allí trabajo con modelo, figura humana a lápiz o con bolígrafo; también hacemos retratos en la técnica que Óscar inventó, lápiz con trementina. Tengo dos retratos en esa técnica: uno que hice de mi marido cuando empecé a trabajar con Óscar y otro de mi hija que terminé hace pocos días.

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Los sábados voy al taller de Alberto González donde trabajo dos temas: el de las laderas de las montañas que rodean el Valle, que es un proyecto en proceso, y las xilografías donde grabamos las sombras en la calle; en general trabajamos temas relacionados con lo urbano. Las xilografías son una mirada cercana a la ciudad y las laderas son una mirada lejana…”. Luego, con una sonrisa, agrega: “…y también tengo dos marqueteros, uno cerca al taller de Óscar, y el otro cerca al taller de Alberto…”.

Zoraida Gaviria también tiene dos vocaciones: la academia, a la que dedica medio tiempo en la dirección del posgrado en Planeación del Territorio, en la Escuela de Ingeniería; y el dibujo, al que dedica el resto de su tiempo. Sin embargo, hace una suerte de comparación entre el trabajo en Planeación del Territorio, que le parece angustiante, y las horas de dibujo en casa o cuando va al taller, los miércoles o los sábados, que son una fuente de alimento para el espíritu. “… En el taller siempre encuentro cosas nuevas y estimulantes…”, dice.

“… El taller no es un centro de tensiones. A pesar de eso, el temor de enfrentarme al papel, al tema, siempre está presente…”.

Zoraida descubrió su habilidad para el dibujo en el taller. “… Antes no sabía que la tuviera, en el colegio le matan a uno todo, es posible que la tuviera. La arquitectura ayuda pero es distinto, ayuda a entender el espacio. Me gusta la calle, me gusta caminar, me gusta sentarme en una cafetería, conversar, leer, mirar a la gente, hubiera sido capaz de ocupar la vida en irme a recorrer y sentarme en las terrazas de los cafés; y entonces me pregunto cómo hacer para captar ese espacio y no lo logro, es un bloqueo que me lo impide. Tengo una escritura técnica que me viene del trabajo en Planeación, cada rato me digo que debí haber dedicado mi tiempo a escribir las percepciones, los sentimientos, pero no lo he logrado …”.

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Así es conversar con Zoraida Gaviria, entre frases y una que otra sonrisa con humor, circulan las percepciones de su trabajo y un cierto temor a afrontarlo, a la hoja en blanco. Pero basta con mirar sus obras para definir que ese miedo es infundado: los dibujos a lápiz o en bolígrafo de la modelo en el taller de Óscar Jaramillo tienen factura, estilo, quien los hizo tiene el dibujo en la manos y en los ojos y en la mente. Y las xilografías, en el taller de Alberto González, “su manera de mirar la ciudad de cerca”, son una muestra del dominio de la forma, de la sombra y la luz, del trazo mínimo y preciso; los paisajes, “mirar la ciudad de lejos”, son un trabajo en proceso, resultado de su mirada de planeadora urbana, enamorada del Valle, de sus laderas, y de registrar lo que hemos hecho con ellas; los paisajes son el testimonio de lo que no debimos hacer y sin embargo hicimos, son el resultado de recorridos frecuentes a lugares donde dibuja “in situ” lo que el paisaje deja ver; en ocasiones, cuando no alcanza a terminar el mismo día uno de estos dibujos, regresa al otro día o a la semana siguiente y encuentra que ya es distinto. La ciudad no se detiene, sus paisajes tampoco.

Espacios y Visiones es el título de la exposición de Zoraida Gaviria en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Una muestra de trabajos realizada con paciencia y maestría; con ojos de arquitecta y de artista; con la aplicación de quien mira el devenir de su ciudad y el trazo de quien la vive con fuerza. Es una exposición que hay que ver.

Por Saúl Álvarez Lara

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