Y luego vino Brahms

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Ciclo musical
Y luego vino Brahms
La Filarmed presenta las cuatro sinfonías del compositor alemán


Francisco Rettig

¿Usted se imagina vivir con la responsabilidad de ser el sucesor de Beethoven? ¿Componer obras mientras la crítica, el público y los colegas confían en que usted será quien continúe con el gran legado del sinfonismo alemán? Así era la vida para Johannes Brahms, pero no sin justa causa. La predicción del compositor Robert Schumann al proclamar como genio y “joven águila” de la música alemana a Brahms, cuando este solo contaba con 19 años, pronto se convirtió en una predestinación.

La primera
Cuenta el maestro Francisco Rettig, director de la Orquesta Filarmónica de Medellín, que después de la muerte de Beethoven en 1827, “el sinfonismo alemán quedaría trunco y, aunque pasaran otros compositores con todos sus aportes, no habría nadie realmente hasta Brahms”. Bajo esa presión, y después de más de 10 años de trabajo, Brahms entregó al mundo la Primera Sinfonía en Do menor, Op. 68. En 1877 al director Hans von Bülow le pareció adecuado llamarla Décima Sinfonía de Beethoven. “Esto podría dar a pensar que Brahms estaba imitando a Beethoven, pero con eso se quería decir que luego de la Novena de Beethoven seguía la de Brahms como gran continuadora del sinfonismo alemán”, explica Rettig.

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El jueves 27 de marzo la Orquesta Filarmónica de Medellín estará interpretando esta gran pieza junto a la Sinfonía No.3, a las 8 pm, con un conversatorio previo de 6 a 7 pm., en el Teatro Metropolitano. El ciclo Brahms continuará el sábado 29 de marzo a las 6 pm con las sinfonías No. 2 y No. 4 y conversatorio previo de 4:30 a 5:30 pm. La entrada a los conciertos es con boleta y a los conversatorios es libre.

Para no perderse ninguna
Las sinfonías de Brahms no son como las de Beethoven, explica el director Rettig. “No son de programa; no cuentan una historia ni están basadas en la naturaleza ni nada así. Es sinfonismo puro”.
Para el director titular, incorporarlas todas a esta temporada no solo es atractivo sino desafiante, musical y técnicamente.

Las cuatro obras, siempre vigentes y fundamentales en el repertorio sinfónico, tienen mérito y le gustan al maestro Rettig. “Ahora, desde el punto de vista de la composición, me llama la atención la No. 4, por esa capacidad de inventiva de Brahms al estar repitiendo siempre de formas diferentes”.

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