Una jornada a bordo del 521

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La recolección de basuras es un trabajo delicado que hay que hacer bien, si no, se ve y se siente ahí mismo


Juan Suaza, Johnny Victoria, Diego Ramírez, y Luis Fernando Gómez administrador de la zona 5

Nadie puede decir que nunca se ha cruzado con alguno de los camiones color naranja, grandes como transatlánticos, que circulan por las calles haciendo sonar un pito que anuncia su presencia como si llegara a puerto. Despacio, porque su función lo requiere, circulan entre automóviles, buses, transeúntes y motos que en general los evitan o pretenden ignorarlos porque su presencia molesta y porque su trabajo no es del agrado de todos. Es un trabajo difícil, que exige pericia, precisión y produce olores que a nadie le gustan, los olores de nuestras propias basuras. Estos transatlánticos color naranja son los camiones compactadores de basuras de las Empresas Varias de Medellín que todos los días recorren las calles de la ciudad.

“Que en un solo recorrido pasemos dos y hasta tres veces por el mismo lugar y
que siempre encontremos basuras es un llamado de atención a los ciudadanos”

Según Luis Fernando Gómez, administrador de la operación de recolección de basuras en la comuna 14, la producción de desechos ha aumentado en un 10 por ciento entre 2013 y hoy “porque esta es una zona donde hay gran concentración de vivienda nueva”. La zona 5, El Poblado según Emvarias, se extiende desde la calle 30 con la Avenida Guayabal hasta la Quebrada Ayurá en los límites con Envigado, y desde Las Palmas hasta la Avenida Regional. A las diez de la mañana del viernes, cuando me encontré con Luis Fernando para hablar de la recolección de basuras en su zona, me aseguró que en ese preciso momento había catorce camiones de Emvarias circulando por la zona 5 y para comprobarlo me mostró en el GPS de uno de sus celulares la situación de los vehículos.

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Consulte horarios de recolección de basuras de su zona en: eevvm.com.co/SitePages/consultahorariosrecoleccion.aspx

La operación de recolección de basuras comienza a las 5:30 de la mañana todos los días, es una operación calculada con precisión matemática según los recorridos y la capacidad de los camiones. La zona 5 tiene varias rutas diarias: la que atiende el sector comercial, parte del residencial y las vías principales. Todos los días al amanecer, entre 2:00 y 3:30 de la mañana, otro camión hace la ruta del Parque Lleras. A los barrios residenciales de la comuna 14 llega el servicio en tres micro-rutas los días lunes y jueves, martes y viernes, miércoles y sábado a partir de las 6:00 de la mañana. Catorce camiones, una volqueta que recoge escombros y una barredora hacen estos recorridos. Además, 82 “escobitas”, hombres y mujeres, barren las calles de la zona 5 y acumulan los residuos en lugares previstos para que los recojan.


Hicimos el recorrido comercial, uno de los más largos y quizá de los que más basuras recoge. Nos encontramos con la tripulación y su vehículo, el 521, un compactador de basuras de 15 toneladas marca Kenworth modelo 2015, en Sandiego a las 6:30 de la mañana del martes 24 de febrero. Diego Ramírez es el conductor, Juan Suaza y Johnny Victoria los tripulantes. Subir a la cabina del camión es como subir a un segundo piso por la escalera de emergencia. Desde allí, todo (automóviles, buses, motos, transeúntes) tiene otra dimensión. La cabina es amplia, el parabrisas y los espejos retrovisores permiten una vista sin interrupciones y el tablero es de tecnología de punta para el trabajo que debe ejecutar. Diego, el conductor, es un hombre con experiencia, buen conversador y con una habilidad sin límites para conducir esa mole anaranjada por los recovecos estrechos de las vías de El Poblado. Pensé que el recorrido iniciaba donde nos encontramos. “No señor”, me dijo Diego, “a las 5:30 empezamos a recoger contenedores por la Avenida El Poblado con la 4 sur: la Clínica Medellín, el Dann Carlton, luego pasamos al Éxito y subimos al Belfort, El Astor y la Clínica Oftalmológica. Toda bolsa que vimos de sur a norte la recogimos antes de llegar a Sandiego”. Mientras habla presta atención a todo lo que sucede alrededor, el camión va al paso de Johnny y Juan que corren detrás, recogen y cargan en la caja compactadora los desechos depositados en contenedores y bolsas, a veces bien cerradas, a veces no. ¡Déle! es el grito mezclado con el ruido del tráfico que solo ellos, conductor y tripulación, distinguen. Son un equipo y funcionan como una máquina perfectamente aceitada. Las calles son estrechas y el conductor debe estar atento no solo a sus compañeros, también al resto de vehículos y transeúntes que la mayoría de las veces quisieran no verlos y pretenden alejarse a cualquier precio, incluso con riesgo en buena parte de los casos.


Puente del barrio Provenza en la carrera 35

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“A las tripulaciones se les capacita en la normatividad de la operación y también en atención al usuario”, me dice Luis Fernando. “Los conductores tienen como mínimo cinco años de experiencia manejando tractomulas o vehículos pesados y, todos, conductores y tripulantes, pasan controles frecuentes de alcoholemia y salud debido a la delicadeza del trabajo; conducir, manipular la caja compactadora o correr detrás del camión cinco o seis horas cargando bolsas incómodas o pesadas se debe hacer bien, si no, los accidentes sobrevienen y pueden ser graves”.


Parque Lleras

“Bajamos por el Centro Automotriz, hacemos el recorrido por algunos restaurantes del barrio Manila y después subimos a El Poblado”, me dice Diego mientras vigila por el retrovisor los movimientos de sus compañeros y de otros vehículos que en ocasiones pitan con insistencia. Hace esta ruta todos los días, la conoce de memoria y me puede decir las horas, con poco margen de error, en que pasará por cada lugar: Parque de El Poblado antes de las 8:00 la primera vez, a las 9:00 la segunda vez. La calle 10 (por la derecha) a las 8:30 y (por la izquierda) a las 9:30. Parque Lleras de 8:30 a 9:00. Barrio Provenza entre 9:00 y 10:30 dos veces; la tercera después de las 10:30. Siempre que pasa cerca del puente de Provenza encuentra basuras. Es como si no lo hubieran visto pasar las veces anteriores.

Eran las 8:30 cuando Diego hizo el cálculo del itinerario, subíamos por la margen derecha de la calle 10. “A esta hora los camiones que hacen la ruta de residencial van camino a Pradera, el relleno cerca de Barbosa, ellos empezaron a las 6:00 y ya terminaron. Para nosotros es más complicado porque lo que recogemos está disperso. En las rutas residenciales las basuras están en un solo lugar y se recogen más rápido”.

 
Una de las mujeres “escobita” de El Poblado

El camión anaranjado avanza despacio. Le pregunto a Diego si alguna vez han encontrado algo fuera de lo común entre las bolsas. “Nunca se encuentra nada”, responde. “Algunos dicen que muertos pero nadie cree; otros, que se encuentran muertos pero que no se encuentra plata. Dicen que una vez alguien disimuló una bolsa detrás de otras en la acera, el carro pasó y recogió las bolsas, todas, incluso la disimulada, cuando los dueños se dieron cuenta, el carro ya iba lejos. Lo siguieron hasta Pradera, esperaron a que descargara y escarbaron hasta encontrar la bolsa rota pero con su contenido intacto, dizque quince millones de pesos”, Diego sonríe. “Yo le digo a los muchachos, Juan y Johnny, que cualquier día vamos a encontrar un maletín lleno de dólares; pero lo que soy yo, hasta ahora, no he encontrado mi tesoro”, agrega sonriendo con franqueza.

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En ese momento le señalo un montón en la acera. “Son escombros que la volqueta pasará a recoger”, responde. Más adelante le señalo otro arrume de plantas, palos y hojas; “el material vegetal lo recoge un carro dedicado para eso”, dice con paciencia. “Los usuarios sacan desechos que no deben, los tiran a la calle y nosotros estamos obligados a recogerlos, deberían llamar a la empresa y pedir que un carro venga por ellos, es parte de nuestro servicio, pero no lo hacen. Nosotros recogemos las basuras, el bolseo (como llaman a las basuras que deja la gente), las canecas y contenedores de los hoteles, restaurantes y comercios de la zona”.


Salida del barrio Manila hacia la Avenida de El Poblado

Cuando subí al camión, a las 6:30 de la mañana, la placa que se desplaza por la tolva a medida que se llena, estaba más cerca de la cola que de la cabina, se lo señalo a Diego. “Cuando la placa llegue hasta el borde de la cabina y todo el contenido esté compactado habremos cargado las 14 toneladas que le caben al camión, todavía falta un poco”, me dice. A las 11:00 de la mañana, en el cruce de la calle 11 con la Avenida El Poblado, me despido y bajo de la cabina. Ellos, los tripulantes del 521, siguen la ruta hacia Sandiego donde les espera el repaso, con seguridad van a encontrar más basuras, y luego la continuación rumbo a Pradera. Entre 2:00 y 3:00 de la tarde habrán terminado su jornada.

“En esta sociedad de consumo cada ciudadano produce 0.5 kilos de basura al día, sabemos que a pesar de que el servicio de Emvarias se presta todos los días debemos entender al usuario, pero también debemos educarlo. Que en un solo recorrido pasemos dos y hasta tres veces por el mismo lugar y que siempre encontremos basuras es un llamado de atención a los ciudadanos. Nuestro interés es que la ciudad esté limpia, que la operación sea eficiente, que la comunidad lo vea y trabajamos para lograrlo.” Me recuerda Luis Fernando Gómez al despedirnos.

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