Ultimate

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Una competencia que a pesar de la extensa reglamentación no tiene lugar para árbitros

A mediados de agosto la selección femenina de Colombia se quedó con el título del Campeonato Junior de Ultimate, en Dublín, Irlanda. Este deporte, que coge fuerza en el país, se desarrolla mundialmente desde finales de la década del 60. En él, dos equipos de siete personas se enfrentan haciendo pases de frisbee para anotar en la zona de su oponente. Un equipo pierde posesión del disco al dejarlo caer, cuando el otro equipo intercepta un pase, al salirse de los límites de la cancha o al demorarse más de 10 segundos en hacer un pase. Gran parte de su reglamentación fue tomada de deportes populares en Estados Unidos, país en donde las universidades solidificaron el ultimate como actividad deportiva. Pero lo que no tomó de dichos deportes y que es posiblemente lo que más llama la atención, es su carencia de jueces o árbitros. El ultimate promueve y exige un alto nivel de competencia, pero no a costa del respeto por los demás. “Esa filosofía, en la que la responsabilidad por el juego limpio recae en los jugadores, es conocida como el espíritu del juego”, explica Mauricio Otálvaro Castro, entrenador del equipo masculino de ultimate en Eafit.
Justamente eso fue lo que se vio en la novena versión del Torneo Ultimate de Oro de Eafit, que culminó el 1 de septiembre con la participación de 31 equipos. 372 deportistas de Antioquia, Santander, Atlántico, Valle del Cauca y Bogotá, en representación de Colombia, y la Universidad de Los Andes, de Mérida y Universidad Simón Bolívar, de Caracas, disputaron 72 juegos, marcando un total de 924 goles.

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