Todo el arte del pasado y del presente es arte contemporáneo

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Todo el arte del pasado y del presente es arte contemporáneo
Para acceder a esa riqueza es indispensable hacer el esfuerzo de abrir la puerta e ingresar a este mundo con un espíritu abierto

/ Carlos Arturo Fernández U.

Ninguna generación anterior a la nuestra ha conocido de manera directa o indirecta tantas obras de arte, ni, en consecuencia, ha podido plantearse, consciente o inconscientemente, tantas preguntas acerca de lo que representan los problemas artísticos.

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Es obvio que siempre ha habido personas interesadas en estos asuntos y, sobre todo, que en momentos particulares de la historia los temas del arte han tenido una fuerte resonancia social. Basta pensar en las ciudades de Antigua Grecia donde la escultura aparecía como manifestación de los ideales con los cuales estaban llamados a identificarse todos los ciudadanos: no se podía ser un buen ateniense sin tener en cuenta los mensajes que la misma ciudad transmitía a través de las obras de arte. Y situaciones de relevante interés por el arte también se encuentran en el Renacimiento, en la Holanda del siglo 17 o en el contexto de la Revolución Francesa.

Fredy Alzate
Giovanni Anselmo
Benvenuto Chavajay

Sin embargo, tradicionalmente la inmensa mayoría de las personas podía conocer muy pocas obras de arte. Mientras no se logró un desarrollo muy avanzado de la fotografía, ese número se limitaba solo a aquellas piezas que se podían ver personalmente, las que por supuesto no eran muchas en un mundo donde tampoco era fácil viajar. La alternativa más generalizada era contentarse con la descripción verbal de los trabajos de pintura, escultura o arquitectura; o, en el mejor de los casos, ver grabados que técnicos profesionales realizaban de unas cuantas obras para ilustrar libros y revistas, grabados que, como es fácil imaginar, eran apenas un dibujo aproximado de la pintura original, casi siempre sin color, al menos hasta la introducción de la cromolitografía hacia 1835 (aunque el diccionario todavía conserva la acepción de que esos “cromos” son imágenes a color de mala calidad). De todas maneras, se trataba de procedimientos muy caros y dispendiosos que hacían imposible la reproducción masiva de las obras de arte cuyo conocimiento estaba limitado, entonces, a pocos trabajos que llegaban a pocas personas.

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Simón Vega
Juan Manuel Echavarría
Gian Paolo Minelli

Solo en el siglo 20, primero con la placa autocroma de los hermanos Lumière en 1903, y luego con el Kodachrome a partir de 1935, fue posible dar el paso a la foto en color, generalizada y económica, que eliminaba la mediación del técnico grabador y nos acercaba vertiginosamente a la riqueza del mundo del arte, disfrutado con una inmediatez que antes parecía inimaginable.

Ese va a ser uno de los fenómenos más novedosos de la segunda mitad del siglo 20, seguramente pasado por alto por la avalancha de transformaciones tecnológicas de las últimas décadas. La fotografía a color posibilita la explosión de los libros de arte y la difusión de los catálogos completos de un número casi infinito de artistas, muchos de ellos antes desconocidos o de quienes apenas se habían visto unas pocas obras. Y el proceso se hace cada vez más amplio gracias al cine, la televisión, el video, el internet, la globalización de museos y exposiciones y el crecimiento acelerado del turismo.

Demian Flores
 
José Antonio Suárez

Por eso, aunque suene paradójico, casi todas las personas de las últimas generaciones, en casi todo el mundo, conocimos al mismo tiempo el arte antiguo y el arte actual, el propio y el extranjero. Y gracias al impacto de la tecnología aceptamos algo que jamás había ocurrido en la historia: que todas las artes de todas las épocas pueden ser apreciadas y valoradas simultáneamente; que las diversas formas de arte, los más variados materiales, estilos, técnicas, mezclas y búsquedas, y todos los problemas filosóficos, políticos, religiosos, sociales o culturales, son terreno fértil para el desarrollo de las artes. En síntesis, que aquí se manifiesta gran parte de lo que hemos sido y somos como seres humanos.

Pero para acceder a esa riqueza es indispensable hacer el esfuerzo de abrir la puerta e ingresar a este mundo con un espíritu abierto, dispuesto a aceptar otros valores, a interrogarse y a pensar.
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