Temores de un lector

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Temores de un lector
El 13 de octubre inicia la peatonalización de un sector del Lleras. Un residente de la zona pide tener en cuenta varios puntos


Prueba de peatonalización en agosto de 2010

Un habitante de la Zona Rosa, quien pidió omitir su nombre, solicita a la administración municipal que al entrar en vigencia la peatonalización -incluida en el Plan de Desarrollo 2012-2015–, establezca una hoja de ruta que posibilite el orden en esta área de El Poblado para que “el barrio se recupere, se respeten el ambiente, la sana convivencia y los derechos de los residentes”.
Sugiere el lector “que se haga un compromiso por escrito con los dueños de los locales para determinar cómo se va a desarrollar la rumba en el sector y cuáles mejoras proponen”. Y agrega: “Que se hagan unos compromisos serios con la comunidad, que se cumplan para impedir que el barrio siga en un ‘Plan de Desordenamiento Territorial’”.
En su opinión, si bien la peatonalización es un buen proyecto, “en la realidad será otro cuento chino y muy grave: se perderán cerca de 70 celdas de parqueo, que serán utilizadas por los rumberos en todo el resto del barrio: Provenza, Poblado centro-Aurora, Catay, etcétera.

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Posibles consecuencias
El temor de este residente de El Poblado es que si no se planifica bien la peatonalización ni se toman medidas preventivas las consecuencias podrían afectar a la comunidad. “Seguiremos perdiendo la tranquilidad y la salud. Tendremos pitos, alarmas, basuras, orines, gritos, alaridos, drogas, inseguridad, cuidacarros, trapitos rojos, indisciplinas sociales y otros males. Se concentrará la vigilancia en la zona del Parque Lleras y por supuesto la inseguridad se incrementará en los alrededores. Los dueños de los bares desde ya mencionan que les dejen extender sus negocios por fuera de los mismos con mesas, sillas, parasoles, amplificadores de sonido, y esto es invasión del espacio público. Y utilizarán música ambiental como lo vienen haciendo (ya sabemos qué tipo de ritmos musicales y las horas: después de las 11 pm). Por supuesto se realizarán eventos masivos en la zona peatonalizada, el ruido se incrementará, el consumo de licor en el espacio público se duplicará, aumentará la fábrica de borrachitos en el barrio el Poblado, tendremos más congestión y guayaquilización. En este caso, la alianza público privada es para ganar dinero, el licor lo da, y no para hacer obras de caridad (en este caso). Seguiremos en la anarquía de las rumbas”, dice.

El espejo de la 10
El haber sido testigo de la transformación de la calle 10 le da pie a este habitante del barrio para tratar de impedir que lo que considera negativo se replique. “Ya sabemos en qué se convirtió la reforma de la 10: perjudicó al comercio diurno y privilegió la rumba. En las noches se volvió un parqueadero para los rumberos. Los habitantes residentes cada día perdemos más nuestro espacio”.
Para concluir, expresa: “Esto es un nuevo engaño a la comunidad. Los afectados y perjudicados no hemos tenido participación ciudadana. La rumba, la saturación, el ruido insoportable, el caos generalizado en las noches son problemas que nos han sido impuestos a la comunidad, mientras el discurso de la administración municipal siempre ha sido el mismo: ‘Hacemos controles permanentes y buscamos una sana convivencia’. ¿Dónde?”.

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