¿Y la plata para rugby subacuático? ¡Nada!

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La selección Colombia sub 21 femenina y masculina toca puertas para poder viajar a representar el país. Siempre han sido ajenos al apoyo de Coldeportes
La dinámica de este juego es similar al balonmano: consiste en llevar un balón a campo contrario e introducirlo en un arco. Foto cortesía

Por José Fernando Serna Osorio
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Reir para no llorar, eso les queda a Andrea y Margarita. Tan profunda como puede ser una piscina son las preocupaciones de las dos jóvenes que, mientras ven caer la tarde de Medellín, van desenmarañando las anécdotas de una corta vida deportiva en la que las penas todavía no saben nadar.

“Vendimos sánduches”, dice Andrea. “Y kit de aseo que nos complicaban la vida empacarlos”, agrega Margarita, con un tono cómico. Mirada cómplice y la risotada entre ellas hace que parezca un recuerdo agradable, aunque la realidad sea otra. Son dos de las integrantes de la selección Colombia sub 21 de rugby subacuático que han tenido que buscar los recursos por cuenta propia para representar el país.

Fotos Juan David Caicedo

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Esta historia, muy a la colombiana, podría ser parte del realismo mágico del que habló Gabo, pero no lo es. Entre peso y peso que se ganan haciendo rifas, vendiendo productos o que les puede facilitar su familia buscan el dinero que necesitan para viajar a Noruega en noviembre de 2016 a disputar el Mundial que ya ganaron el año anterior.

Todo sale de sus bolsillos. El uniforme, los implementos, inclusive los entrenadores tienen que ser costeados por las mismas jugadoras en su propósito de llevar la bandera a tierras europeas. El caso de ellas y su otras nueve compañeras, es el mismo de la categoría masculina que en este momento se encuentran con la incertidumbre de recolectar la plata para poder viajar.

“Es triste, pero nos sentimos mendigando apoyo. Muchas deportistas hemos pensado en salirnos porque es difícil la situación así, pero la pasión y el gusto que tenemos por esto no nos deja”, dice Margarita, una mujer de tez morena que ha combinado entrenamientos con sus estudios en sicología en la Universidad Pontificia Bolivariana.

Andrea Posada es integrante del Club Ecomares

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La lucha es a diario. Todas las jugadoras se ganaron el puesto sacrificando su tiempo y dinero. Con los buenos réditos y aptitudes en sus clubes deportivos lograron la convocatoria de la Selección. Es así como siete nadadoras antioqueñas, tres de Bogotá y una risaraldense son las que hoy buscan los recursos a toda costa para poder viajar. Deberían ser 12 jugadoras, pero una declinó sus sueños por la falta de dinero.

Andrea y Margarita, que llevan cerca de dos años en la práctica del rugby subacuático ya fueron campeonas mundiales en Suecia 2015 y esperan revalidar el título este año… si es que logran reunir los recursos.

Margarita García pertenece al Club Orcas de Actividades Subacuáticas

“Es un deporte costoso. Nosotras no pedimos ayuda de dinero solamente. Que nos ayuden con productos y nosotras los vendemos. Vender es un arte, pero no queremos incomodar a la gente, aunque nos toca”, comenta Andrea.

El año anterior la historia no fue diferente. Era la primera vez que se realizaba el certamen y de igual forma era el debut de Colombia en femenino en un torneo de esta envergadura. Los recursos fueron resultado del aporte de un par de empresas privadas y las familias. La Federación Colombiana de Actividades Subacuáticas (Fedecas) no tuvo los recursos y la participación estuvo sujeta al bolsillo de cada una.

“La Federación nos ha dicho que los recursos están destinados para monoaletas que hacen parte de los Juegos Nacionales. No sé qué tan verdad sea eso, pero es en lo que siempre se han escudado. Yo practico rugby desde 1997 y siempre nos ha tocado así, ya estamos acostumbrados a buscar recursos”, dijo Jorge Mario Franco, uno de los dos técnicos de la selección sub 21.

El doble poder
Andrea ha sido deportista toda la vida y lo ha combinado con su pasión por los animales, labor que ejerce como auxiliar veterinaria. Margarita llegó por casualidad al rugby tras una clase de natación en la que recibió la propuesta de un entrenador. Aunque debajo del agua es un deporte rudo y de mucha fuerza, su feminidad no se ha perdido. Disfrutan de la música, el cine y una salida con sus amigos.

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Las dos han soportado parte de sus vida en la familia, pese a su juventud, este deporte y sus sacrificios las han madurado rápidamente. En los hogares, aprendieron de sus padres la disciplina y eso se ha visto reflejado en los logros obtenidos, pero saben que aunque su pasión está debajo del agua de ello no podrán vivir, los sueños los los cultivan con los pies en la tierra.

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