Regreso a la soltería

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Cuando Elena, abogada, quiso hace poco anular su matrimonio católico en la Curia de Medellín, siete años después de separarse, supo que le costaría $3.000.000 y desistió del intento. La sola separación había sido dura para el bolsillo y se resignó con el divorcio, es decir, la cesación de los efectos civiles del matrimonio católico. Lo mismo sucedió a Carlos, también abogado, quien al intentar anular su matrimonio conoció que le costaría casi $4.000.000. De común acuerdo con su ex esposa, decidieron suspender indefinidamente el proceso pues tenían otras prioridades económicas. Tanto Elena como Carlos y sus ex, son profesionales de clase media alta de Medellín pero viven de sus trabajos y consideran que tres o cuatro millones de pesos por una disolución matrimonial no se compadece con sus ingresos. Según el presbítero Gustavo Flórez, Presidente del Tribunal Eclesiástico de Medellín, los costos de una nulidad varían de acuerdo con la capacidad económica. “Les pedimos la declaración de renta o que nos cuenten cuánto ganan al mes, en qué trabajan, si tienen casa propia u otras propiedades y con base en eso hay unas tablas en las cuales se asignan cuotas. Unos pagan $3.000.000, otros $900.000, otros $600.000 y para otros es gratuito”. Agrega que “estamos para prestar un servicio y no para enriquecernos, buscamos que la gente quede contenta y también que todos contribuyamos porque si nadie paga nada, nos toca cerrar el Tribunal”.
Pero, contrario a los casos de Elena y Carlos, muchos pasan por alto las consideraciones económicas y anulan su matrimonio con el ánimo de casarse de nuevo en una iglesia, o para no mortificar a sus padres, o, como fieles creyentes, para comulgar sin temor a estar en pecado mortal. Precisamente el Tribunal Eclesiástico que hoy hace más nulidades matrimoniales en Colombia es el de Medellín.

Hasta con policía
De hecho, las cifras indican que se incrementaron las nulidades matrimoniales y la Iglesia en Medellín está alarmada. En 2007 fueron declarados nulos por la Arquidiócesis de Medellín 187 matrimonios, 47 más que en 2006. Según el Presbítero Gustavo Flórez, “eso significa mucho, la Iglesia anda preocupada con estas cifras y por eso estamos tratando de preparar jóvenes que tengan capacidad de unión en el amor”. Los divorcios también han aumentado. Luego de que en diciembre de 2005 el gobierno reglamentara el divorcio ante notario, se divorciaron en Antioquia (la mayoría en Medellín), 615 parejas en 2006 y 841 en 2007.
Dice el el Presbítero Gustavo Flórez que la causa principal de las anulaciones es la inmadurez de los contrayentes, su incapacidad para asumir las obligaciones del matrimonio. De acuerdo con los casos atendidos por el Tribunal, muchas parejas se casan por la iglesia para darles gusto a sus padres creyentes, para que no les quiten el apoyo, o porque la novia quedó embarazada. A algunos los obligan a casarse, policía de por medio, por dejar embarazada a una menor, lo que hace que el matrimonio pierda validez porque el consentimiento no es libre. Pero mucho cuidado, porque aunque algunos no quieran ni sepan, su matrimonio puede ser nulo. Es el caso de las ceremonias religiosas celebradas en fincas o en casas de banquete con capilla incluida, pues no son consideradas válidas por la Arquidiócesis de Medellín. “Son matrimonios nulos porque tienen un defecto de forma. Los prohibió Monseñor Giraldo porque veía que no había espíritu cristiano sino de farra”. Sólo son válidos los celebrados en templos parroquiales.

Qué tapaos
Otra de las causales de nulidad matrimonial más frecuentes hoy en Medellín es el homosexualismo. Según el Presidente del Tribunal Eclesiástico, se han incrementado los casos de esposas que “dejan al marido por una amiga o por la secretaria, o el del tipo homosexual que se casa por esconder su condición y engaña a la esposa”, solo por citar dos ejemplos, pues las demandas de nulidad son infinitas, con decir que desde julio las citas en la Arquidiócesis estaban copadas hasta octubre. Las demandas son de todo tipo, desde la esposa que denuncia a su marido por tener relaciones sexuales con animales, como la que pide la disolución porque el cónyuge contrata contra su voluntad a otro hombre para que duerma con ambos. Incluso, por increíble que parezca en esta época, el Tribunal Eclesiástico ha recibido casos de jóvenes mujeres que en algunos pueblos de Antioquia fueron obligadas a casarse porque sus padres las cambiaron por ganado. Este tipo de situaciones las estudia el Tribunal con base en las citas con demandante, demandado y testigos, y después de un trámite que puede durar entre cinco meses y un año, se resuelve la nulidad matrimonial.
Hoy, sin duda, es mucho más fácil obtener una nulidad de matrimonio católico que hace unos años. Pero, al igual que para casarse, hay que armarse de paciencia.

 
     
 
Cuánto vale casarse
Mientras unos se descasan, otros se casan, y de qué manera. Según la Arquidiócesis de Medellín, en 2005 se casaron en 321 parroquias de la ciudad y el área metropolitana 7.161 parejas, en 2006 hicieron lo mismo 7.643 y en 2007 contrajeron matrimonio 7.979 parejas. Es decir, un aumento progresivo, y eso que casarse por la Iglesia no es una decisión que se pueda tomar la víspera y requiere no solo perseverancia para no desistir ante la infinidad de trámites, sino un bolsillo sin fondo porque todo cuesta: cada uno de los papeles, reservar el templo, el cursillo prematrimonial, la misa, los arreglos florales, los músicos, las invitaciones, la casa de banquetes, la cena, los vestidos, el carro antiguo, la prueba de maquillaje y la prueba de peinado, el maquillaje verdadero y el peinado verdadero, el yugo, la flor del novio, el fotógrafo, el video, el bizcocho, el licor: rebuscándose mucho, un matrimonio muy sencillo puede costar 12 millones de pesos, sin contar la noche de bodas y la luna de miel.Todo empieza por conseguir parroquia, que en Medellín no es fácil, mucho menos en El Poblado, donde hay que hacerlo con varios meses de anticipación, dada la demanda. Ni se diga para los fines de año, misión casi imposible. A la parroquia elegida hay que llevar una serie de documentos, entre ellos el certificado de soltería de uno de los cónyuges (para conseguirlo se requieren dos testigos con cédula); partidas de bautismo, partidas de confirmación, certificado de cursillo prematrimonial y fotocopias de las cédulas. Claro que cuando se trata de casarse en una parroquia diferente a la de los novios, la cuestión es menos sencilla, pues es preciso conseguir un permiso cuyo nombre en latín parece premonitorio de lo difícil que es obtenerlo: el “Nitil Obstat”, que significa “No hay ningún problema”. Pero sí hay, porque para conseguirlo hay que hacer cita con el párroco y acudir con dos testigos, todos con cédula (menos el párroco). Hay que esperar tres domingos para que exhiban en el templo “las proclamas”, una especie de edictos mediante los cuales se convoca para que hable de una vez o calle para siempre quien tenga algún impedimento para que se efectúe la boda. Si nadie aparece, se entrega a la pareja de marras un certificado, el preciado Nitil Obstac, el mismo que hay llevar a la parroquia donde se van a casar, junto con las fotocopias de la cédula de los padrinos y la licencia del sacerdote que va a a celebrar la unión. Valga aclarar que todo es en horarios de oficina.

Desde ese momento en adelante hay que reservar energía y dinero para la faena que sigue: la decoración del templo ($300.000); la música ($700.00); el vestido de novia alquilado ($800.000), para estrenar ($2.500.000), el alquiler del carro ($250.000), el yugo de la novia $100.000, combo de fotos y video ($1.400.000), tarjetas e invitación ($1.000.000), alquiler de la casa de banquetes ($2.000.000), la cena ($25.000 el puesto), el bizcocho de novia ($800.000), la champagna y el licor ($1.500.000). Estos datos fueron suministrados por una novia reciente, quien se casó en una parroquia de El Poblado e hizo una celebración discreta en una casa de banquetes de Sabaneta, tratando de ahorrar al máximo. Que conste que lo anterior es solo el paseo de los preparativos, pues el fondo del asunto apenas está por empezar.

 
 
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