Reciclando siempre alegre

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Luz Marina Restrepo
Reciclando siempre alegre
Recicladores se beneficiarán con el Festival Ambiental Sonrío el 27 de julio en el sendero adel Río Medellín

Luz Marina acababa de recuperar a su hija de la vida de la calle y la llevó de vuelta a casa. Un día, la niña le dijo: “Mamacita, vámonos a reciclar”. Con las bolsas abiertas en la calle y viendo que su mamá no metía las manos a la basura, le dijo: “¡Ay, tan bella, a mi mamacita le da fastidio, le da pena!”. Entonces Luz Marina miró a otros recicladores que estaban a su lado, hizo lo mismo que ellos y le respondió: “Mire que no me da pena”. A los tres días ya sabía reciclar y empezó a andar con su carreta. Eso fue por los barrios Buenos Aires y Caicedo. Es lo que recuerda Luz Marina Restrepo sobre cómo llegó al reciclaje hace 15 años.

Su trabajo comenzó andando las calles de arriba abajo, teniendo sectores fijos y pasando noches en su carreta esperando que el carro recolector recogiera el reciclaje en la madrugada.

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Hace siete años Luz Marina hace parte de la Cooperativa Recimed, una de las principales de Medellín, que asocia a cerca de 800 recuperadores y está ubicada cerca a la Plaza Minorista.

Según cifras de la Fundación Sonrío, hoy 3.662 recicladores están agremiados en cooperativas. Sus familias están conformadas por entre tres y cinco personas, y cuentan con un ingreso mensual de 380 mil o 400 mil pesos.

“Muñequita”, la llaman en El Poblado
Las cooperativas, además de capacitarlos, les ofrecen convenios con empresas, edificios, centros comerciales y demás, para hacer el reciclaje. “Yo he trabajado es pa’cá pa’l Poblado”, cuenta Luz Marina, quien vive en Santo Domingo Savio y trabaja en el Parque Comercial El Tesoro, el edificio Platinum Superior, el Complejo Comercial Piazza Bella y Almagrán. “ Ya no tengo que estar andando con un carreta con estos solazos o aguaceros o subiendo por toda una loma”, dice con su aire siempre alegre.

Un cuarto útil en un parqueadero es el lugar donde separa cartón, vidrio, papel, PET (botellas de plástico) entre otros materiales, para luego llevarlos al acopio de Recimed, donde vende por kilos lo recolectado. Según cuenta, el kilo de papel periódico vale 100 pesos; el de PET, 400; el de papel, 400; el de cartón, 100, y el plástico, 300.

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Los lunes, jueves y sábados sale de su casa desde las 4 am. No le parece incómodo trabajar en un parqueadero. “Uno está enseñado a todo, a lo maluco, a lo bueeeno y a lo que toque”, comenta con su voz ronca y arrastrada, entre risitas picarescas. De su trabajo todo le gusta. “Muñequita, muñequita”, le dicen a donde va. “La están esperando, que por qué no ha llegado”, le avisan en los edificios. Si van a hacer un evento y necesitan recicladores, llaman a Luzma. “Luzma, usted es la única capaz de defenderse”, le dice su coordinadora. Cuenta que la gente queda encantada: “que como trabajo de bien, que como dejo todo de limpiecito”.

Sentada, separando tirillas de cartón y papel, nos cuenta que además de los siete diplomas que tiene en reciclaje, lo que sabe lo aprendió en la calle. También que los edificios de vivienda son sus preferidos “por los chécheres. Cuando sale ropita y zapaticos se los llevo a personas muy pobres”.

Asegura que su trabajo mejoraría si las personas no mezclaran los residuos orgánicos con lo reciclable y si la cooperativa contara con más carros de recolección, porque solo tienen dos.

Festival Ambiental Sonrío por los recicladores
Hace tres años la Fundación Sonrío trabaja por generar conciencia ambiental. Entre sus diferentes acciones, la población más beneficiada son los recicladores, al servir de mediadores con entidades y programas de la Alcaldía de Medellín. Con su programa Recicladores Extraordinarios, 45 personas entre los 22 y 68 años, están estudiando. “Les enseñamos a realizar un proyecto de vida, cómo evitar la violencia intrafamiliar, pautas de crianza y economía familiar para que cumplan sus sueños. Es una formación desde el ser”, afirma Sandra Bedoya, directora de la Fundación.

La Fundación Sonrío, ubicada en en Castropol, capacita en residuos sólidos a los recicladores y luego son ellos quienes replican la información en empresas, edificios, centros comerciales y colegios. “Para nosotros es un orgullo porque antes les daba pena hablarle a la gente, ahora se sienten profesionales y cuentan lo que hacen”, agrega Sandra.

También explica que una de sus principales necesidades son los uniformes. “Con el uniforme dignifican su labor porque los confunden con habitantes de calle. Este les genera tranquilidad tanto a ellos como a la ciudadanía”. Los recursos los consiguen por medio de eventos, y el Festival Ambiental Sonrío es uno de ellos. Con el apoyo de la Alcaldía de Medellín se realizará por tercera vez, el 27 de julio, en el sendero del Río Medellín, entre los puentes Guayaquil y San Juan, desde las 8 am hasta las 8 pm. Talleres ambientales, artistas, jornada deportiva, música en vivo, muestras ecoambientales y gastronómicas, serán parte de la programación, para generar un compromiso ambiental con la ciudad y crear conciencia sobre la importancia del trabajo de los recicladores.

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