Realidad actual del Alzheimer

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Ha derrotado a los mejores neurocientíficos y médicos del mundo, lo que nos autoriza a pensar que estamos usando un enfoque equivocado, como en casi todas las enfermedades crónicas.

 

“Es imposible escapar de la gris marea de noticias sobre el Alzheimer: que es incurable y del todo intratable, que no hay forma confiable de prevenirlo y que lleva décadas derrotando a los mejores neurocientíficos del mundo”1. “Desde 2003 no se aprueba un medicamento para el Alzheimer que sea novedoso, y los medicamentos aprobados para su tratamiento no son efectivos para detener el curso de la enfermedad”.

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El Alzheimer es un tema de nuestro tiempo y le tememos tanto como al cáncer por dos razones: es la única de las diez primeras causas de muerte para la que no existe un tratamiento real. Ni siquiera un tratamiento para frenar el deterioro cognitivo que en muchos casos conduce al Alzheimer.

La otra razón no es que conduzca a la muerte -muchas enfermedades lo hacen- sino que décadas antes de pasar el umbral, “el Alzheimer priva a sus víctimas de su condición humana y aterroriza a sus familias”, los recuerdos, el intelecto y la capacidad de llevar una vida íntegra se esfuman en una espiral descendente que lleva a un abismo mental, en donde las personas no se reconocen a sí mismas ni a sus seres queridos, y se desconectan de su pasado. “Los sujetos no logran asumirse como tales, sus intentos los condenan a muertes olvidadizas y nunca registradas; la ausencia de memoria los cosifica y los animaliza… seres encerrados en sí mismos”2.

El Alzheimer se diagnostica a partir de síntomas como pérdida de memoria y afecciones cognitivas que se van agravando y conducen a la pérdida total del autorreconocimiento. El yo del paciente se separa (El sol tras la niebla) y el enfermo no puede ducharse, vestirse ni comer por sí mismo.

Otra razón por la cual se destaca esta difícil enfermedad es que las investigaciones científicas no han logrado comprender el camino que conduce a la misma. En un momento dado, evidencias provenientes de trabajo en roedores de laboratorio, sugerían que el Alzheimer era causado por una acumulación en el cerebro de placas pegajosas e interruptores de las sinapsis hechas de un fragmento de proteína llamado beta amiloide. Estos estudios indicaban que el amiloide se forma en el cerebro en una serie de pasos, y que intervenir en esos pasos o destruir las placas de amiloides serían una forma eficiente de tratamiento y hasta de prevención; sin embargo, los resultados han sido frustrantes y desconcertantes, porque aunque en muchos casos los fármacos cumplieron la función de eliminar las placas, los pacientes no mejoraban o, en algunos casos, incluso empeoraban.

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La realidad es que esta enfermedad ha derrotado a los mejores neurocientíficos y médicos del mundo, lo que nos autoriza a pensar que estamos usando un enfoque equivocado, como en casi todas las enfermedades crónicas, y que la omnipotencia del Alzheimer y su resistencia a cualquier tratamiento nos haga sentir desamparados.

Pero dice Bredesen en su libro: “Es posible prevenir el Alzheimer y en muchos casos prevenir el deterioro cognitivo asociado a esta enfermedad”. En las siguientes columnas voy a sintetizar algunos hallazgos clínicos y de laboratorio del equipo del Dr. Bredesen, que abren una luz para comprender y transformar el Alzheimer.

1 Dale Bredesen. “El fin del alzheimer”. Grijalbo, 2018.
2 Dna C. Benavides. “La soledad de Macondo o la salvación por la memoria”. Siglo del hombre, 2014.

Lea también:

El Sol tras la niebla

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