Por una buena comunicación

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Por una buena comunicación
Es positivo mantener esa tónica de agilidad y claridad informativa

Cuánto tiempo pierden los ciudadanos tratando de encontrar interlocución con alguna dependencia de la Alcaldía Municipal o de las entidades relacionadas con la vida en comunidad. Temas de la cotidianidad, del día a día, que tienen la capacidad de hacer la vida más agradable o más pesada, como son aquellos relacionados con las basuras, sus horarios de recolección, la señalización de vías, el estado de las quebradas, los árboles caídos o por caerse, los espacios públicos, las denuncias sobre tenencias de animales, el ruido, entre muchos otros, parecen asuntos menores pero no lo son. Influyen directamente en el bienestar y la manera de apropiarse de la ciudad y sus espacios.

Paradójicamente, a medida que avanzan los sistemas de comunicación se nos hace más difícil ser oídos y obtener respuestas: las eternas llamadas en espera, los largos menús de los call center –toda una pesadilla–, terminan por vencer la esperanza de lograr una pronta solución a los problemas que son tan visibles para quienes los viven o padecen de cerca, pero que extrañamente suelen ser invisibles para las autoridades competentes.

Pensando en ofrecer una guía práctica para darle buen trámite a aquellas inquietudes y quejas frecuentes de los ciudadanos, en esta edición de Vivir en El Poblado damos algunos datos precisos sobre adónde acudir en casos concretos, sin embargo se precisa de la diligencia de los funcionarios. Por eso, tal y como lo hemos hecho en otras oportunidades, seguimos haciendo el llamado a las autoridades municipales: préstenle atención a la comunicación con la ciudadanía y, por supuesto, a los periodistas, pues a menudo son la única voz de esa ciudadanía que con impotencia trata de hacerse oír para que se mejoren algunas cosas en su ciudad, en su barrio.

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No obstante, al César lo que es del César. Hay que reconocer que en los últimos meses han mejorado notablemente las comunicaciones en varias dependencias de la Alcaldía de Medellín. Por ejemplo, la interlocución con los comunicadores se ha tornado más fluida; ya no hay que dar tantas vueltas para obtener una simple declaración que no tiene porqué rodearse de ningún misterio ni ser objeto de desgaste y pérdida de tiempo, sobre todo porque su fin último es mantener informada a la comunidad, la razón de ser de este engranaje. No hay que olvidar que es esta justamente la que elige a sus gobernantes y demanda explicaciones sobre sus acciones u omisiones, de manera que no deben ser miradas como impertinencias las solicitudes de la prensa, bien sean de un medio grande o pequeño.

Es positivo mantener esa tónica de agilidad y claridad informativa. Resaltamos, por ejemplo, el trabajo que se ha hecho desde el equipo de la nueva jefatura de Divulgación y Prensa –en cabeza de Yolanda Bedoya– y, más recientemente, la excelente labor de divulgación del grupo de comunicaciones de la Fiesta del Libro.

No es un asunto intrascendente, da cuenta de que la modernización en la Alcaldía no es solo de papel y que hay un respeto genuino por la comunidad y su necesidad de ser tenida en cuenta.

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