Por la bandera multicolor

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La vitalidad de este grupo poblacional se enfrenta a la homofobia latente de una ciudad que ha heredado banderas de machismo y convencionalismo que superan la de la igualdad

Con la decisión de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, al fallar el viernes 26 de junio a favor del matrimonio entre parejas del mismo sexo, se extienden y refrescan, si bien de forma paulatina, los vientos de igualdad, tolerancia y aceptación en el mundo. Mirar otras sociedades y sus caminos hacia el progreso y el cambio, en todos los sentidos, es importante para analizar y revisarnos en el nuestro.

Como lo expone la Personería en el Informe sobre la situación de los derechos humanos en la ciudad de Medellín de 2014, carecemos de proyectos específicos educativos para generar las transformaciones más significativas en los ciudadanos, que garanticen el desarrollo de los derechos de la población LGBTI en el contexto familiar, educativo y laboral y, sobre todo, acabar la homofobia y cambiar los imaginarios sobre las orientaciones sexuales y las identidades de género.

La intolerancia en nuestro medio se evidencia en varios aspectos, entre ellos los 22 desplazamientos forzados que se registraron en la población LGBTI el año pasado por diferentes razones: uno por tener sida; cuatro por pertenecer a la población LGBTI, es decir por homofobia; siete por presión de grupos armados al margen de la ley; en tres se desconoce el motivo, y en siete no aparece la declaración en el registro de víctimas.

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También, basado en la información proporcionada por la Fiscalía General, seccional Medellín, el Instituto de Medicina Legal y el seguimiento a medios, el mismo informe afirma que durante el año 2014 se presentaron 19 homicidios en la población LGBTI, siete más que los ocurridos en 2013, lo que representa un aumento de 58.3 %. Entre 2013 y 2014, Colombia Diversa registró 164 homicidios de personas LGBTI en el país. En 2013 confirmó 83 y en 2014 el número fue de 81. En Antioquia se identificó el índice más alto con 51 casos durante esos dos años, seguido por el Valle del Cauca y Bogotá D.C. con 32 y 18 respectivamente.

A pesar y en contra de la cifras de maltrato y discriminación, el mismo informe demuestra que esta población se mantiene briosa y fuerte para hacerse reconocer. En Medellín se realizaron el año pasado 62 vínculos contractuales entre parejas del mismo sexo (27 parejas gays, 11 parejas de lesbianas y 24 parejas que no dicen a qué parte del grupo poblacional pertenecen), o sea un 287.5 % más que en 2013, cuando hubo 16 vínculos.

La vitalidad de este grupo poblacional se enfrenta a la homofobia -latente en una ciudad que ha heredado banderas de machismo y convencionalismo que superan la de la igualdad- desde manifestaciones como la del domingo 28 de junio, día en que se llevó a cabo la marcha por la diversidad sexual y de género, con la asistencia de cerca de 20 mil personas, siete mil más que en 2014.

Medellín necesita crear más espacios como estos de inclusión. Sin embargo, no deja de surgir entre la ciudadanía la duda de si ciertos comportamientos de la comunidad LGTBI en estas manifestaciones promueven estereotipos que no los representan a todos y generan discriminación en lugar de afianzar sus derechos.

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Ante esto, las voces de la comunidad LGTBI sostienen que si bien buscan fomentar el autocontrol y reducir los incidentes de exceso de rumba y exhibicionismo, ambos conceptos no dejan de ser parte de su manifestación política; el cuerpo como es o como se ha cambiado, para muchos, es parte de su identidad y es precisamente lo que pretenden que se les reconozca.

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