Plata en blanco y paisa

El jurado, compuesto por 72 especialistas, analizó el Bianco sin conocer su origen y con etiqueta oculta

/ Juan Felipe Quintero

Medalla de plata. Blend de Grillo y de Catarratto… origen Antioquia, Colombia. ¡Momento! Hasta leer el nombre de las variedades que le dieron vida a este vino, las relaciones iban cuadrando, pero ¿antioqueño?, para más señas, ¿del municipio de Olaya?

Y sí. En el Occidente, a orillas del río Cauca, nace este ganador de plata en el concurso internacional de vino de Finger Lakes (Finger Lakes International Wine Competition), celebrado para la décimo quinta edición en Rochester, Nueva York, un par de semanas atrás. En la etiqueta se lee Viña Sicilia Bianco 2013 y en la contraetiqueta resaltan las banderas de Colombia y de Antioquia. Pero ¿se ganó su medalla por paisa? ¿como un estímulo a los vinos de países no habituales? En el concurso explican que no es así. La evaluación se da en una cata a ciegas. El jurado, compuesto por 72 especialistas, analizó el Bianco sin conocer su origen y con etiqueta oculta. “Se evalúa por sus propios méritos: presencia, balance y carácter, además, por su estado presente y no por cómo evolucionará en el tiempo”.

En copa, los jueces –entre sommelieres, enólogos, consultores e importadores– tuvieron el Bianco y 4.000 vinos más procedentes de 27 países. Es un concurso abierto, no se establece comparación entre botellas, pero plata es plata. “Estamos con los grandes, pero con mucha humildad. La nuestra no tiene qué envidiarle a ninguna uva del mundo”, me dijo Carlos Bravo, el dueño de Viña Sicilia. De acuerdo. El nombre nada tiene qué ver con el Occidente antioqueño, pero sí todo con el lugar donde Bravo se enamoró de la idea de hacer vinos. No es casualidad que las variedades de uva que le dieron su medalla sean las tan italianas Grillo y Catarrato.

Que se pueden hacer vinos con uvas propias en este rincón del mundo, donde calienta en promedio 27 grados centígrados, aunque uno se sienta como a 40, y donde las noches descansan con las brisas del páramo de Belmira, ya está comprobado hace seis años. Ya hay una bandera enológica allí, como también las han instalado emprendedores en Villa de Leyva y en Nobsa, en Boyacá; en la Unión, Valle, además en India, China, México, Venezuela, Perú, Bolivia, Burkina Faso, Camerún o Senegal. Lo que ahora se destaca es que no solo haya vinos en Olaya sino que pasen la prueba de los expertos: a esta medalla de plata se suman las de oro obtenidas por Viña Sicilia en Argentina el año pasado en los concursos Vinus y La mujer elige, más la plata en Israel en el evento Terravino 2015.

¿Qué vieron los jueces en este blanco? Un color oro encendido. La nariz marca aromas cítricos y cedro amarillo, mientras el paladar describe un vino de destacada acidez y persistencia.

Y por si viajan, porque no se consiguen en nuestro mercado, les doy la lista de los medallistas de oro en Finger Lakes: Cabernet Sauvignon 2011 Los Pinos, texano, y los californianos Sempre Vive Merlot 2012 (en ensamblaje con Cabernet Sauvignon y Petit Verdot) y el Chardonnay 2013 (más Viognier, Muscat y Roussane) de Bonterra vineyards. Ahí les queda el antojo.
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