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Las fotomultas de Las Palmas se convirtieron en el peaje más caro del mundo

Cuando pasan los meses y los años y de una medida gubernamental se sigue hablando con sorpresa, como si acabara de empezar a aplicarse, y además el sentimiento que prima es la indignación, es señal de que algo está funcionando mal y que quizás es el momento de revisarla y corregirla. Y eso es justamente lo que sucede con las cámaras de fotodetección –expresión oficial, fotomultas para el común de los mortales– de la vía Las Palmas, instaladas en 2011. Al 15 de mayo, de acuerdo con datos de la Secretaría de Movilidad, la cámara de la carrera 38 con la calle 19 (Las Palmas, entre Carulla y el Hotel Intercontinental) había generado 107.148 fotomultas. A la misma fecha, la cámara ubicada en Chuscalito (calle 18 con carrera 23) había originado 39.720.

Esas fotodetecciones están causando malestar, un descontento generalizado y una desconfianza absoluta en las intenciones reales que hay detrás de ellas. La pregunta reiterada es: ¿A dónde está yendo a parar esta plata? Contrario a lo que sucede con los operativos de control a los conductores borrachos o con los partes por pasarse un semáforo en rojo, a los que la ciudadanía sí les encuentra sentido y les ve una filosofía de fondo que pretende disminuir la accidentalidad y salvar vidas, a estas cámaras de Las Palmas nadie les ve justificación: sólo generan una profunda desconfianza y la convicción de que su motivación no es educar sino hacer negocio a costa de los ciudadanos. Entre otras cosas, porque estas fotodetecciones exigen hacer cambios de velocidad abruptos y sin sentido en una vía rápida, del orden nacional, en tramos en que transitar a 30 kilómetros por hora, incluso a 60, es absurdo, por no decir imposible, y hasta contraproducente. Ni qué decir de los cursos a los que obligan las fotomultas, que los puede hacer cualquier persona en reemplazo del conductor sancionado. ¿Entonces, dónde está el sentido pedagógico?

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Las fotomultas de Las Palmas se convirtieron en el peaje más caro del mundo. Son tantas las que llegan todos los días a los apartamentos y casas de familia de Medellín, sobre todo de El Poblado y del Oriente cercano, que con el humor negro típico de estas tierras y la manera de hacer de lo amargo un chiste, se hacen concursos entre familiares y amigos para ver a quién le han llegado más comparendos en la última semana. Y no estamos hablando de una conversación de estudiantes de colegio o de correlones irresponsables. Estamos hablando de señoras y señores serios, que hace muchos años manejan y lo hacen con cuidado, que van a sus trabajos o llevan a sus hijos al colegio y no constituyen ningún peligro para la sociedad. A este periódico se han acercado muchas personas con números inverosímiles de fotomultas: 13, 15, 10, 6, o 3, en el mejor de los casos.

Es tiempo de que la Alcaldía y la Secretaría de Movilidad revisen y analicen seriamente los límites de velocidad en Las Palmas y la permanencia de esas dos cámaras de fotodetecciones, habiendo como hay tantos sitios realmente vulnerables, tanto espacio público por defender, tantas vías construidas con la plata de todos los contribuyentes que hoy están convertidas en parqueaderos privados sin que nadie las controle.

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