Obras del Museo Ed.228/San Lorenzo

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Todo parece indicar que el cuadro de San Lorenzo (óleo sobre lienzo, 129 x 100 cm.) fue la primera pintura que llegó a Medellín. En efecto, tras la fundación del caserío de San Lorenzo de Aburrá en 1616, donde hoy se ubica el barrio El Poblado, el Oidor Francisco de Herrera Campuzano encargó la obra, fechada en 1617.

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Hay versiones encontradas acerca de su procedencia, pues no se sabe si fue pintada en Santafé de Bogotá o encargada a España, ni tampoco se conoce el nombre de su autor. Lo que sí conserva la historia es el recuerdo de una gran procesión de indígenas que en 1618 condujo el cuadro con gran solemnidad desde Santafé de Antioquia hasta el Poblado de San Lorenzo, para su entronización en la capilla construida para el efecto, donde seguramente permaneció hasta 1720 cuando el templo se derrumbó. En ese momento, el cuadro, que era considerado como muy milagroso y, por tanto, debía reunir un culto notable, fue trasladado a la iglesia de La Candelaria. En el curso de las décadas siguientes se buscó la manera de construir un nuevo templo dedicado a San Lorenzo que, a la larga, fue el núcleo inicial de la actual iglesia de San José, en el centro de la ciudad, donde se ha conservado el viejo cuadro.

Gracias a un préstamo de la Arquidiócesis, la pintura se encuentra hoy en el Museo de Antioquia donde, quizá por primera vez en casi cuatrocientos años, puede ser contemplada como “obra de arte”. Y decirlo no es sólo un juego de palabras. La historia de este San Lorenzo ofrece la posibilidad de comprender que en el museo se crea una relación con las obras, diferente a la establecemos en otras circunstancias, y que esa forma de relación especial constituye, precisamente, la esencia del museo.

En el templo, el valor del cuadro reside en su condición de imagen sagrada, con la cual los fieles mantienen vínculos definidos desde la fe y el culto: San Lorenzo aparece como ejemplo de vida y las características de su “retrato” interesan sólo para definirlo como modelo.

Sin duda, también en el museo se conserva el interés por el tema de la obra; pero, sobre todo, se busca percibir las formas que el pintor ha creado para hacérnoslo experimentar. Ahora, este San Lorenzo se convierte en eslabón fundamental para comprender nuestra tradición histórica, cultural y artística, o, en otras palabras, para aproximarnos a la esencia de nuestro propio mundo espiritual.

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