No me regale un mal café, véndame uno bueno

 

Pero también veo consenso en el sentido de que hay avances importantes y que gradualmente se está consolidando la idea de que Medellín tiene una oportunidad única, no solo para ponerse al nivel de otras ciudades de Colombia y de países vecinos, sino para posicionarse dentro de pocos años como una ciudad líder en el tema. Como todo en la vida, se necesitan inversión, imaginación, educación y constancia.

Sin querer atropellar los muy leídos espacios de mis colegas columnistas gastronómicos, me permito enumerar algunos aspectos que deben ser mejorados por la mayoría de nuestros restaurantes, especialmente los que están posicionados como los de mejor nivel:

Sillas para niños: La mayoría tiene unas sillitas de madera que únicamente sirven para que los niños queden sentados más altos. Pero no los aseguran ni son higiénicas. Y muchos ni siquiera tienen. Puedo asegurarlo por experiencia propia, no es fácil ir a almorzar en Medellín con niños pequeños. Es una falla imperdonable.

Calidad de utensilios: Es incoherente e irrespetuoso con los clientes ofrecer una gastronomía muy refinada, una bella arquitectura en el restaurante, pero servir en platos, copas y cubiertos de baja calidad o mal tenidos. Platos gruesos, rayados o despicados, copas gruesas de vidrio y no de cristal, cubiertos tan delgados que se doblan al cortar cualquier cosa dura. Es cierto que hacer las cosas bien cuesta más en un principio, pero a la larga es la mejor inversión.

Café: Siendo esta la tierra cafetera por excelencia, es lamentable la oferta de café que tienen los restaurantes de Medellín. Claro, como la costumbre es regalarlo, no hay un interés real en entregar un producto de buena calidad. El café de un restaurante debe ser hecho a partir de grano entero, molido en el instante, servido en vajilla especial para que conserve el calor, y posiblemente acompañado de un pequeño bombón de chocolate o galleta. No nos regalen más un tinto malo, ¡mejor véndannos un buen café!

Fumadores: Ojalá hubiera ya más restaurantes con prohibición total de fumar. Pero mientras esto ocurre, y nuevamente por respeto a ambos -fumadores y no fumadores- es importante que las dos áreas estén mejor delimitadas y con poco contacto entre sí.

Ya es hora de que exista en Medellín una guía confiable e independiente de sus restaurantes, en la cual se listen comparativamente los 100 ó 150 más relevantes. Y que no solo se comente la calidad del alimento como tal sino también otros aspectos prácticos que, sin embargo, son componente fundamental de la experiencia de salir a comer. El público está aprendiendo y cada vez será menos tolerante con esas fallas.

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