No llores por Kirsten

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Seamos platónicos y simbolistas, aun cuando broten ronchas entre los expertos de la psiquis: Todo lo que parece ocurrir en el “mundo real” no es más que la proyección por allá al fondo de la Caverna de Platón de unas imágenes borrosas e intangibles de lo que acontece primariamente en el mundo simbólico, y luego se refleja en la gran pantalla del filosófico cinerama en I-Max o 3D. Sócrates y Platón inventaron el cine, agachemos el sombrero. Esto, para decirle al actor de la telesaga de vampiros “Crepúsculo”, Robert Pattinson, que no “esté destrozado” ni derrame una mísera lágrima por la infidelidad de su amada hasta hace tres días Kirsten Stewart, quien apareció en “los medios” mostrando su profundo arrepentimiento por haberse acostado –“una sola vececita, lo juro”– con el director de la cinta de cine “Blancanieves y el Cazador”. A pesar de sus declaraciones de “dolor y vergüenza” y de que “esta indiscreción ha puesto en peligro lo más importante en mi vida, la persona que amo, lo amo, lo amo”, este es ya otro amorcillo de telecine que se fue a los infiernos. Algún bandido paparazzi los debió haber sorprendido en el acto impuro, por lo que todo hubo de resolverse de inmediato, con muchos dólares de por medio en el chantaje. Hombre, Pattinson: nada que hacer. Cuando una mujer hace estas cosas lo tiene todo muy claro, provoque las tragedias que provoque, familias destruidas, etc. Usted, sin melindres, haga lo que hace todo el mundo en Hollywood en estos casos, recuerde la patada en el trasero que le propinó hace poco Ashton Kutcher a la cuarentona Demi Moore: una quincena de sueños sintéticos y éxtasis controlados te pondrá de nuevo en la arena como gladiador con viagra, al fin y al cabo en Beverly Hills hay siete hermosas vampirellas por cada cazador solitario. Te diré, Pattinson, aquí sin que nadie se dé cuenta, que todas las grandes actrices del sistema con las que he tenido relaciones profundas y tempestuosas casi hasta el punto de romper el Cordón de Plata cósmico, como Sela Ward, Angelina, Sandra Bullock, Nicole Kidman, Julianna Margulis, Halle Berry, Kim Basinger, Julia Roberts, Anne Hathaway, Uma Thurman, Melina Kanakaredes, Renée Russo, Renée Zellwegger, otras más, me han abandonado en treinta segundos alegando por ejemplo “me siento asfixiada”, o “necesito más espacio” –estas son las más típicas excusas– y chao pescao y así anda el mundo quiérase o no. La mujer como “animal en eterna búsqueda” tiene un séptimo y secreto sentido para adivinar qué sujeto “Alfa” les va a servir en la vida para ascender unos cuantos escalones, y cuando lo logran “si te he visto no me acuerdo”, lo cual sucede con una crueldad extrema en el delirante sistema del “Show Business”. Que conste que no estoy hablando de nuestras esforzadas paisanas. Por estos días se anuncia la cuarta temporada de “Castle”, un escritor metido a detective que acompaña a la joven teniente Beckett a donde vaya, y dice el comercial: “Los dos son inteligentes y sexys, llevan tres temporadas…. Y NADA…”. Ojalá no los enreden en este cuarto año con un desliz de 30 segundos. Ella es Stana Katik, mi musa de hace dos años… Pero Castle, zorro viejo, no se dejará enredar. Dice: “Cuando una relación dura más que un confite de menta, los riesgos empiezan….”. ¡Pilas, jóvenes!
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