Más tela para cortar

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Ley 1696 de 2013
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Inquietudes, resultados y cambios de conducta sigue motivando la implementación de la ley para controlar el consumo de alcohol de los conductores


Desde el 1 de enero hasta el 2 de febrero, la Secretaría de Movilidad examinó a 1.305 conductores en la vía pública, de los cuales 26 resultaron positivos

Sábado 1 de febrero a amanecer del domingo 2. En la carrera 48 con la calle 12 Sur (La Aguacatala) un grupo de agentes de la Secretaría de Movilidad de Medellín adelanta operativos con el fin de detectar, mediante la prueba de alcoholemia, a conductores en estado de embriaguez.

Según cifras suministradas por la Secretaría, ese día los agentes de tránsito les practicaron la prueba de espiroalcoholimetría a 406 conductores. Dos de ellos resultaron positivos por alcohol en grado cero, un conductor positivo en primer grado, otro más en segundo y, como buena noticia, ningún conductor positivo en tercer grado, indicadores de que la ley 1696 sigue propiciando cambios de conducta y ayudando a reducir la accidentalidad, que bajó en un 53 por ciento.

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Mientras tanto, las líneas de las aseguradoras que prestan el servicio de conductor elegido, están a reventar y en muchos casos han desbordado su capacidad, obligando a contratar más personal. Desde el pasado 19 de diciembre, fecha en la que entró en vigencia la ley 1696 de 2013, Seguros Sura, por ejemplo, ha percibido un aumento significativo en el número de llamadas de personas que necesitan hacer uso de este servicio. Carolina Cuenca, gerente de Automóviles de esta compañía, dice: “En noviembre se tenía un promedio mensual de 8.000 solicitudes de conductor elegido, en diciembre se presentaron casi 20.000 solicitudes. Claramente este es un beneficio que ofrecemos a nuestros clientes, sin embargo, es necesario hacer pedagogía y crear conciencia para que se haga de él un uso responsable y racional que no desvirtúe el espíritu de la ley ni del servicio ofrecido”.

> Juan Camilo Escobar

“Hay una desproporción”
Aunque la ley 1696 de 2013 establece que aun el grado 0 de embriaguez detectado por el alcoholímetro se considera suficiente para imponer un comparendo, para Juan Camilo Escobar, doctor en Historia de L’École des Hautes Études en Sciences Sociales (Ehess) en París y profesor e investigador de la Universidad Eafit hay una contradicción con esta legislación. “No atiende a unas tradiciones ni permite que haya una cierta concertación con la ciudadanía en general, sobre todo cuando penaliza el grado cero”, dice. Según él, “allí hay una desproporción, además el grado cero no se corresponde con una sociedad como la nuestra, en donde el consumo de bebidas por razones sociales, afectivas o rituales es muy común, sin necesidad de alterarse el estado de conciencia”.

> Adriana Velásquez

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También han surgido contradictores que creen que si bien esta norma pretende controlar el consumo de alcohol en los conductores, no resuelve un problema de fondo, el del alcoholismo. Opinan que este no puede ser atacado desde la legislación sino desde un enfoque social y de salud. En esto coincide la psicóloga especialista en farmacodependencia y dependencia del alcoholismo, Adriana Velásquez, quien dice: “En el problema de alcoholismo no tiene ningún impacto, habría que complementarla con la asistencia a estas personas”.

¿Y de los aperitivos, qué?
Lo cierto es que a raíz de la implementación de la ley, las preocupaciones han surgido no tanto en personas alcohólicas –por su condición, generalmente beben en sus casas, en establecimientos o calles cercanas–, sino en el consumidor de licor ocasional, aquel que se toma una copa de vino, una cerveza u otro licor como aperitivo. Ellos se preguntan si justamente con esa cerveza o esa copa de vino, solo por poner un ejemplo, podrían resultar positivos en la prueba de alcoholemia. Sobre esto, dice el médico Hugo Gallego, toxicólogo clínico: “Si una persona durante un almuerzo se toma una cerveza, una copa de vino, un ron, u otro tipo de licor, este tardará en general una hora para metabolizarse”. Sin embargo, asegura que variables como el sexo, la edad, el peso, el índice de masa corporal, entre otras, pueden ser determinantes en cada individuo, de tal manera que recomienda no confiarse porque “puede ser un arma de doble filo”.

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