LSD, de moda en Medellín

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Al LSD en Medellín se le conoce también como ácido, papel o papelito y no es inofensivo como muchos creen, asegura el toxicólogo Hugo Gallego

En Medellín es fácil conseguir LSD, un alucinógeno conocido también como ácido lisérgico: lo venden los dealers o jíbaros, se puede comprar en fiestas electrónicas o parques como el de El Poblado, tan fácil como se adquiere un bareto o cigarrillo de marihuana.

Veinte mil pesos cuesta un “papelito” de medio centímetro cuadrado impregnado con este líquido, una dosis personal inolora, muy fácil de ocultar e indetectable en las pruebas o chequeos, que por lo general se comparte entre dos o tres personas que aspiran a tener un “viaje” de entre ocho y doce horas. Algunos se lo ponen en la lengua y luego se lo pasan a otra persona, otros en el ojo –como si fuera un lente de contacto–, en la piel o dentro de la nariz para que el cuerpo absorba la sustancia.

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Aunque todavía no aparece registrado en los estudios nacionales y locales sobre prevalencia o incidencia de consumo de sustancias psicoactivas, la oferta y el uso del LSD se está incrementando de manera importante. Así lo asegura el médico toxicólogo Hugo Gallego. “En Medellín su consumo involucra a personas entre los 10 y los 18 años, generalmente de estratos 4, 5 y 6 aunque también es ofrecido a los demás estratos.

Los distribuidores prefieren dirigir su atención a jóvenes escolares en sus fiestas, reuniones o en los espacios del colegio, con el mensaje de que es lo que está de moda, y con el engaño de que no causa adicción ni daño a largo plazo, lo cual no es cierto”, dice con preocupación este experto, a la par que hace un llamado “a toda la sociedad, a los padres y a los jóvenes en particular para que se enteren e informen de este fenómeno que está tomando fuerza.

 

“Sí es adictiva”

Considera el médico Gallego que una de las causas de que el consumo de LSD se esté extendiendo en nuestro medio es que “a los jóvenes les han creado un mito: se los están presentando como una sustancia que no es adictiva, que se puede manejar y que no causa daño. Nada más alejado de la realidad, esto es completamente falso”. Añade que la potencia alucinógena del LSD es 100 veces mayor que la de los hongos alucinógenos. “Además, como es una sustancia tan fuerte y tan alucinógena, por lo general no es consumida continuamente. Esto lleva a pensar, de manera errónea, que no es adictiva y que se puede controlar”, advierte.

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¿Qué es el LSD?

El nombre científico de este alucinógeno es D-dietilamida del ácido lisérgico.
Se le clasifica como droga de conocimiento y sustancia de excursión psíquica. Es incolora, inolora, insabora y soluble en agua.

Se obtiene a partir del ácido lisérgico, alcaloide contenido en el Claviceps purpúrea o cornezuelo de centeno, hongo que parasita los cereales. Hoy es posible aislar el ácido lisérgico a partir de la multiplicación del hongo en tanques de fermentación, sin necesidad de recurrir a cereal parasitado, lo que permite obtenerlo por toneladas a bajo precio.

En el mercado ilícito está disponible en forma de polvo, comprimidos y soluciones, además de los pequeños papeles impregnados con la sustancia, su presentación más usual. Se absorbe por todas las vías pero la más frecuente es la oral.

 

Así actúa

Según estudios científicos, el LSD ejerce su acción a través del neurotransmisor serotonina, al que es muy similar. Por el tracto digestivo se absorbe y distribuye de manera fácil y completa por el organismo. La mayor concentración se encuentra en el hígado, los riñones y las glándulas suprarrenales. Solo un 1 por ciento de la dosis ingerida se concentra en el cerebro. El metabolismo se hace por medio del hígado y la excreción se realiza en un 80 por ciento por la bilis, lo que dificulta encontrar esta sustancia en exámenes de sangre u orina.

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Efectos agudos

Al ingerir LSD es posible que se presente aumento del pulso, la temperatura, la frecuencia cardíaca y respiratoria; dilatación de las pupilas, lagrimeo, salivación, sensaciones de hormigueo y entumecimientos en las manos o los pies, náusea, vómito, anorexia, enrojecimiento de la cara, temblores y escalofríos.

En el plano mental, bajo sus efectos se presentan alteraciones temporoespaciales y alucinaciones intensas, sobre todo de tipo visual, que involucran formas geométricas, intensificación de los colores y visualización de halos alrededor de los objetos. Así mismo, son comunes las alucinaciones auditivas y el cruzamiento de las respuestas sensoriales (se escuchan los colores, se ven los sonidos). El contenido de las alucinaciones también puede ser terrorífico y generar reacciones de pánico, cuadros de ansiedad intensa o depresiones severas con ideas suicidas.

Algunos usuarios pueden presentar reacciones psicóticas que se prolonguen dos o más días después de la ingestión. Las sobredosis pueden acompañarse de problemas en la coagulación y sangrados, ya que la serotonina es un importante intermediario de la función de las plaquetas.

 

Efectos crónicos

Los efectos crónicos más frecuentes del consumo de LSD se producen a nivel mental y son psicosis prolongadas, trastornos depresivos severos, exacerbación de enfermedades psiquiátricas preexistentes y flashbacks. Estos últimos se diagnostican como trastorno perceptual persistente por alucinógenos. Son también conocidos como regresiones o retrospecciones, durante las cuales se presentan alteraciones perceptuales –como formas geométricas, luces o colores intensificados- después de varios días, semanas o meses de haber consumido el LSD.

Indica el médico toxicólogo Hugo Gallego que estos flashbacks pueden ser desencadenados por ansiedad, estrés, fatiga, entrada en un ambiente oscuro, consumo de otras sustancias psicoactivas o en algunos sujetos pueden ser autoinducidas. “Hay estudios que han demostrado mayor ideación suicida entre los consumidores habituales de LSD y una mayor posibilidad de aparición de enfermedades mentales como la esquizofrenia, también al parecer porque se altera la expresión de algunos genes en la corteza prefrontal de los individuos consumidores y esto afecta de manera importante la plasticidad neuronal, que es la capacidad de conectarse de manera adecuada para desarrollar las funciones superiores del cerebro”, agrega.

 

Historia del LSD

Algunos autores creen que la historia del LSD se inició en Grecia durante la celebración de los ritos eleusinos, al utilizar extractos del hongo cornezuelo de centeno.

En el siglo 17 se comprobó que las epidemias ocurridas durante la Edad Media, conocidas como “fuego de San Antonio”, se debieron a la ingestión de pan contaminado con dicho hongo. Estos envenenamientos masivos, que sea manifestaban como “peste gangrenosa” o “peste convulsiva”, cobraron muchas vidas y siguieron asolando a Europa durante más de dos siglos.


Sus efectos alucinógenos los descubrió el químico e intelectual suizo Albert Hofmann en 1943. Desde entonces se iniciaron múltiples investigaciones con esta sustancia que inicialmente fue calificada como un invento maravilloso para convertirse posteriormente en droga psicoactiva peligrosa.

Durante los años 40 y 50 se realizaron varios estudios para investigar la utilidad del LSD en la terapéutica médica. Fueron muy llamativos los hallazgos iniciales sobre las aplicaciones en la terapia psiquiátrica y en el tratamiento del alcoholismo. Incluso en 1977, en el libro El encuentro del hombre en la muerte, de Stanislav Grof y Joan Halifax, se explora el posible beneficio del uso del LSD en el tratamiento de los pacientes terminales.

A finales de los años 50 y comienzo de los 60 el surgimiento del movimiento hippie en los Estados Unidos, liderado, entre otros, por el profesor de Psicología de Harvard, Timothy Leary, quien impulsó la utilización de esta sustancia convirtiéndola en “estupefaciente peligroso” y “droga de la locura”.

 

Desde octubre de 1966 el LSD se convirtió en sustancia ilegal.

Aunque durante los años 70 el consumo de LSD había disminuido, durante los 80 se incrementó su uso en Estados Unidos y Europa, y ha seguido aumentando el número de pacientes que ingresan a los servicios de urgencias debido a malas experiencias con LSD.

 

Viajes con LSD

“Una amiga me regaló un cuarto de papel. Estábamos en un concierto de rock y a la media hora empecé a ver los colores de las luces más intensos, creía que el vocalista me estaba cantando solo a mí, sentí que el vientre se me llenaba de música, que estaba embarazada de música y que iba a parir música. Mientras tanto, veía a mi amiga parada a todo el frente de los amplificadores gritando “aquí está el parche”.

Este fue solo un pequeño y primer viaje con LSD de Ana, una joven profesional de El Poblado.

Sin embargo, los efectos del LSD se hicieron famosos en los años 60 y 70, con la aparición del llamado arte hippie o arte psicodélico, ligado a los efectos de alucinógenos. Su consumo por parte de músicos famosos, entre ellos los Beatles, ayudó a darlo a conocer. “De repente tuve la sensación más increíble del mundo. Fue una versión concentrada de la mejor sensación que he tenido en mi vida. Era fantástico”, relataba George Harrison acerca de la primera vez que consumió LSD. Y decía John Lennon: “No hay que olvidar que el LSD se lo debemos a la CIA y al Ejército. Les salió todo al revés: lo crearon para controlarnos y nos hicieron libres”.

Por su parte, McCartney contaba: “Después de tomarlo abrí los ojos (…) Si los políticos tomaran LSD no habría ni más guerras, ni más pobreza, ni más hambre”.

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