Las dos corbatas

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Nací a no más de diez cuadras del lugar donde Juan Roa Sierra asesinó a Jorge Eliécer Gaitán. Mis hermanos mayores vivieron el Bogotazo y recorrieron las calles de la ciudad en llamas escondiéndose detrás de tranvías quemados, de montones de deshechos abandonados después del saqueo a los almacenes de los oligarcas, o protegidos en la penumbra del zaguán de alguna casa mientras la turbamulta pasaba gritando vivas a Gaitán y abajos al Gobierno. Uno de mis hermanos vio desde lejos a los bogotanos enardecidos que linchaban a Roa Sierra. Me he cruzado con textos que narran esos momentos históricos y en ninguno de ellos encontré nunca la explicación de por qué el cuerpo del asesino del Caudillo llevaba dos corbatas puestas en el momento en que fue abandonado por sus ajusticiadores frente a Palacio en la noche de ese nueve de abril.

Se ha hablado mucho del personaje extraño que parecía dirigir los exaltados después del atentado, pero según parece desapareció como había llegado, sin que nadie se diera cuenta. Incluso García Márquez en sus memorias menciona la figura de ese personaje. Había mucha gente importante en la ciudad debido a la Conferencia Panamericana pero ninguno de ellos, si alguna vez concedió una entrevista sobre los hechos de ese día, manifestó su interés por las dos corbatas. Tampoco los menos famosos en ese momento que con el tiempo se volvieron celebridades y se encontraban en Bogotá como el mismo García Márquez o Fidel Castro mencionan el hecho.

La verdad es que quien lo hace es Arturo Alape en su novela El cadáver insepulto. Pero no da una razón de por qué el asesino llevaba las dos corbatas. Leí la novela de Alape con el interés que me produce ese capítulo de nuestra historia, el comienzo de la polvareda que levantamos o que alguien levantó por nosotros y todavía no se asienta, como afirma en otra novela sobre el mismo tema: El Jardín de la Delicias, de Guillermo Cardona. Siempre pensé que el detalle, es solo un detalle, de las dos corbatas fue una necesidad de los linchadores para arrastrar el cadáver, imaginaba que alguno de ellos cedió la suya. Pero leí las dos novelas que antes mencioné y entre ambas le dieron solución a la pregunta que me hice durante mucho tiempo ¿Por qué las dos corbatas?

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Alguien dirá que son novelas, ficción y que con seguridad en ellas no está la solución real. Yo creo, sin embargo, que las novelas narran la historia que probablemente nadie nos ha contado y nos revelan las claves que con seguridad nadie nos ha revelado. Sugiero leer las dos novelas: El cadáver insepulto y El Jardín de las Delicias, en cualquier orden, no importa.

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