Lang Lang
En entrevista con Vivir en El Poblado, vía correo electrónico, el pianista considerado número uno en el mundo habla de educación musical
Es curioso que la Rapsodia Húngara 2, de Franz Liszt, interpretada por el gato de la caricatura Tom y Jerry (mientras el ratón hace sus fechorías bajo la teclas del piano), sea el punto de partida de la carrera de Lang Lang. Fueron estos personajes infantiles lo que captaron la atención de Lang Lang a los dos años y lo interesaron en este instrumento occidental. Pero las décadas de aprendizaje que continuaron estuvieron marcadas por una presión desmedida por parte de su padre y profesores.
A los nueve años fue expulsado del estudio de su profesor por carencia de talento. Su padre, enfurecido, le dijo que se suicidara pues ya había arruinado su vida y no tenía valor alguno. Sin embargo el pianista chino admite en su biografía que la intensidad de la disciplina de su padre le permitió convertirse en lo que es hoy, un prodigio del piano. Esa es una de las motivaciones para el trabajo que hace con niños por medio de Unicef y de su propia fundación. “Actualmente muchos jóvenes no tienen la oportunidad de acercarse a la música clásica y me parece importante iniciar actividades para ellos”, dice el pianista. La idea la comparten empresas como Pianos Steinwey, que lanzó al mercado chino la quinta generación del modelo Lang Lang, diseñado para la educación musical temprana.
Aunque Lang Lang afirma que la educación se debe adaptar al talento y “personalidad de cada niño, con prácticas que el pequeño pueda aceptar”, él estima la rigurosidad de la mentalidad china de ambición y disciplina para aprender y practicar. De todos modos sus años de residencia en Nueva York le han aportado, según él, el espacio para imaginar y leer más.
Imaginación e ideas nuevas. Eso es lo que valora este artista en sus propias presentaciones y en las de sus colegas. Ese factor, que quizá es lo que lo hace tan único, se podrá apreciar en vivo el martes 21 de mayo en el Teatro Metropolitano, a las 8 pm.
