La niña prodigio del piano

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La niña prodigio del piano
Esta estudiante de grado cuarto del Colegio Marymount, a sus 10 años es toda talento y sensibilidad

Sus palabras son escasas, parece que no le gustan las entrevistas y menos que un desconocido le haga preguntas para conocerla un poco mejor. Mientras permite escuchar un poco su voz, frota los dedos de su mano por el mueble de su casa, sin dejar de mirar su piano de reojo en ningún momento. Y su mamá, Ana María Henao, exclama: “Es que ella es así, todo el día está moviendo los dedos, como si tuviera la música sonando en su mente”.
Así es María Rosa, una pequeña que parece un poco tímida, pero que una vez se sienta en su silla al frente del piano, la corre, se acomoda, respira profundo e inicia su función; la hermosa melodía habla por ella, de su sensibilidad y sentir especial por la música.
Sentada frente al piano, sus gestos reflejan paz y tranquilidad. Frunce el ceño cuando la sonata se torna intensa y luego nuevamente cierra sus ojos en tonos más suaves. Según sus profesores de Bellas Artes y Eafit, es una adelantada por tocar melodías de Mozart, entre otros compositores importantes.

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Dedicación y amor
María Rosa toca el piano desde los tres años por influencia de su padre Óscar Velásquez, un médico cirujano, melómano, intérprete de varios instrumentos que cuando tiene tiempo libre no ve mejor plan que reunirse con su hija en el hogar para entonar canciones de Silvio Rodríguez o Mecano, entre otros. “Estoy seguro de que el que hace música no puede ser mala persona. Se siente la vida diferente y lo que quiero es que María Rosa tenga en su piano el mejor amigo fiel, que interiorice esta belleza de música en su alma”, dice Óscar.
El piano que usa María Rosa en su casa es herencia de su abuelo paterno, y Óscar se siente orgulloso y emocionado por la naturalidad con la que ella lo toca.
Él y el músico Julio Sierra son quienes más le ayudan a ella en la composición de melodías, un gran reto para todo artista; más a su corta edad. Sus creaciones ya han sido escuchadas en auditorios de la ciudad.
Además del piano está en clases de pintura, flauta traversa y francés. “Ella dice que es feliz con lo que hace. La música siempre está con ella y habla por ella”, enfatiza su madre, Ana María.

Sus primeros conciertos
Conciertos académicos en Bellas Artes y en el Centro Comercial Sandiego fueron sus inicios ante el público. Asegura que no sintió susto, pues prefiere tocar ante un auditorio o ante un teatro lleno -dice-, que ante una sola persona.
Pero, sin duda, el evento más recordado por ella y sus padres fue la inauguración del Hospital San Vicente de Paúl, en Rionegro, donde interpretó lo mejor de su repertorio ante personalidades de la ciudad y el departamento. Unas 2.000 personas la escucharon ese día.
También recuerda su viaje de Primera Comunión a Europa en 2011. Tocó en hoteles y restaurantes de Viena, Praga y Roma, causando la reacción de las personas que se maravillaban con su talento.
Sus notas hablan por ella. María Rosa es una niña con una sensibilidad diferente, que cuando está al frente del teclado se olvida de lo exterior y nada es más importante que ese momento. Una niña prodigio del piano, instrumento que la define y refleja lo mejor de su ser.

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