La marihuana, entre mitos y realidades

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Este es el primero de dos informes periodísticos sobre esta sustancia. Hace parte de ¡Estás vivo, vive!, campaña de Vivir en El Poblado, la Corporación Paso a Paso y La Tienda Creativa

Si alguna adicción causa controversia y provee de tela de donde cortar es la marihuana. Tiene tanto detractores como defensores. Quienes defienden su consumo aseguran que les ayuda en su trabajo creativo, que los calma, y suelen esgrimir un argumento difícilmente rebatible: que es mejor convivir con un marihuanero que con un alcohólico.

En el otro extremo están quienes la satanizan. De hecho no pocos la llaman “la hierba maldita” y hasta una campaña, bastante cuestionada por cierto, la catalogaba como “la mata que mata”. Muchos sostienen, incluso, que es la puerta de ingreso a otras drogas como la cocaína, el bazuco, la heroína, además de mermar la capacidad intelectual y enlentecer la capacidad de reacción de sus consumidores.

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Lo cierto es que respecto al uso y consumo de la marihuana existen no solo realidades sino numerosos mitos, como lo asegura el médico toxicólogo Hugo Gallego. Unos de los más extendidos son: no posee químicos y por ser natural no es peligrosa, no es dañina en la adolescencia, mejora la sociabilidad y ayuda a realizar mejor las labores cotidianas.

Afirma Gallego, y de paso deja sin piso algunas de estas afirmaciones, que para detectar si alguien empezó a consumir marihuana “debemos estar atentos a cambios de comportamiento que muestren mucha irritabilidad, mucha impulsividad, poca tolerancia; además, cambios en el hábito de dormir, de comer; descuido en su aspecto personal; pérdida de brillo y tersura de la piel (por alteraciones hormonales que la marihuana produce); ojos rojos, pensamiento incoherente, deterioro en el rendimiento académico o laboral, deterioro de las relaciones interpersonales y/o familiares”.

Destaca que la planta de marihuana posee más de 400 sustancias. “De ellas, aproximadamente 60 son canabinoides y de ellos 10 a 15 son los responsables de los efectos psicoactivos. De estos canabinoides se están estudiando propiedades curativas, pero la planta también posee sustancias cancerígenas”, asegura Hugo Gallego. Esto último da pie para cuestionar la creencia de algunos de que es inofensiva.

 

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Alerta con la cripa

Al haberse generado a su alrededor un mercado muy amplio y lucrativo, hoy se ofrecen varios tipos de marihuana. Además de la normal o regular, llamada “pangola”, una de las variantes más consumida actualmente es la “cripa”, también conocida como “cripping”o “crespa”, cuyo consumo preocupa a los expertos, dadas sus características. “Es una marihuana manipulada genéticamente en el laboratorio y botánicamente”, dice Hugo Gallego. De hecho, cada vez es más común que habitaciones y azoteas de casas de Medellín sirvan para producir cripa a pequeña escala y en un tiempo mucho menor al de la marihuana tradicional, gracias a la ayuda de lámparas y productos químicos. Esta marihuana también se vende en forma de “blunt”, una especie de tabaco con olores a vainilla, chocolate y fresa, entre otros. Añade el toxicólogo Gallego: “La cripa tiene mucha mayor concentración de canabinoides por hoja, lo cual puede originar una adicción más rápida y mayor toxicidad y no produce relajación, risueña y aumento del apetito, sino ansiedad, irritabilidad, insomnio y alteración del patrón alimentario”.

 

Una yerba con historia

Desde hace miles de años, antes de Cristo, la marihuana ha sido usada por algunas culturas para rituales, con fines mágico-religiosos, para propiciar la meditación y como analgésico. En el Asia se le ha empleado como condimento y en la elaboración de varios tintes. En la industria textil ha sido usada la planta macho como fibra, pues posee pocos canabinoides y mucho cáñamo. Así mismo, son objeto de investigación para fines terapéuticos o médicos algunos canabinoides derivados de la planta e incluso se están sintetizando en los laboratorios. Destaca el médico toxicólogo Hugo Gallego que aunque esta información es real, es utilizada en forma sesgada para minimizar los riesgos del consumo de la marihuana en cuanto a su capacidad adictiva, daños físicos y psíquicos. “Por estas y otras razones el consumo de marihuana está aumentando en nuestro país, en nuestra ciudad y en el mundo”.

Un consumo extendido

En el primer estudio poblacional de salud Mental en Medellín 2011-2012, realizado por la Secretaría de Salud de Medellín, la Universidad CES y la Universidad de Harvard se encontraron cifras de prevalencia de consumo hasta del 23 por ciento en algunos lugares de la ciudad. En El Poblado se encontró la prevalencia más baja, con el 1.5 por ciento, cifra que en opinión de expertos debe analizarse con detenimiento “porque algunos de nuestros jóvenes van a otros sitios a conseguir y a fumar marihuana, a otros barrios, a lugares de diversión en otros municipios, en las afueras de la ciudad o en fincas de recreo, así que la realidad de consumo en El Poblado no es diferente a lo que pasa en el resto de la ciudad y el mundo”, advierte Hugo Gallego, quien también es director de la Corporación Paso a Paso.

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