La extracción del veneno con el veneno

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  ¿Qué diferencia existe entre una simple columna de opinión y una columna de opinión ligeramente literaria? No tengo la menor idea de esa “diferencia”. Soy un novelista entrometido a columnista y aquí estaré hasta que el Jefe diga “ya no más”. Mientras tanto, sigamos filosofando con el martillo, como decía Zaratustra, utilizando la inmensa máquina de sabiduría milenaria y el método peripatético: caminar por los jardines, conversando, así:
-¿Por qué sueña uno con la chica que amó hace 35 años y no con la reciente ex esposa?
-Así como el agua que ha entrado en el oído puede ser sacada por el agua, y así como una espina puede ser sacada por otra espina, así aquellos que saben cómo hacerlo suprimen la pasión por medio de la pasión.
-¿Deberíamos imitar a Nuestro Señor Presidente y tomar grandes dosis de la Hierba de San Juan para dormir como nenés y no permitirle al cerebro esta clase de sueños altamente eróticos?
-Ni sí, ni no: pero las pasiones entenebrecedoras, siendo medio para recordar la Sabiduría Divina, que libera de ellas, no deben ser evitadas, si son correctamente utilizadas para liberarse de la ilusión. Pero no puede haber dominio de sí en ausencia de deseo; cuando no hay adversario, ¿de qué te sirve el valor? Escucha: no te castres a ti mismo, no te hagas monje, no leas mis columnas cargadas de mentiras, que solo son verdad para mí. Mira: la Castidad depende de la existencia de la Lujuria. Y puedes ser un monje urbano muy casto aunque a mediodía te la pases cantando canciones muy lujuriosas en el baño de tu oficina. Recuerda esa película, “Samsara”. Ahí se encuentran medicinas muy útiles.
-¿Cómo precavernos del Bien y del Mal al mismo tiempo?
La ambrosía puede ser extraída incluso del veneno; el habla elegante, incluso de un niño; el oro, incluso de la impureza. A mí ya solo me interesa el oro. Y no debes temer que el camino te confunda, pero sí debes temer, en verdad, que la pasión te subyugue. Cuando el ojo contempla el amor de este mundo, la visión del corazón se extingue. Esta es la gran prueba o dilema o pregunta de la vida humana: si el hombre vive para darse a los apetitos de los animales, la astucia de la serpiente, el orgullo y la ira del feroz dragón, o para abandonarse a la mansedumbre, la paciencia, la dulzura, la simplicidad y la humildad del Cordero de Dios. Siempre me han gustado los crèpes de cordero. Son para mí como una comunión.
-Usted habló en otra columna de que había decidido entregarse o que escribía agazapado (de nuevo) en el seno de Nuestra Señora la Virgen Luna, algo así como una curiosa devoción neo-pagana. ¿Puede explicarnos más de este asunto?
-Apelaré a uno de los más grandes sabios de la India, Sri Ramakrishna, para que nos desenrede la madeja. Veamos: Un hombre olvida a Dios si está enredado en el mundo de “Maya” (la ilusión) por medio de una mujer. La Madre del Universo ha asumido la forma de Maya, la forma de Mujer. Quien conoce esto correctamente desea llevar la vida de Maya en el mundo. El que verdaderamente comprende que todas las mujeres son manifestaciones de la Madre Divina puede llevar una vida espiritual en el mundo. Sin conocer a Dios, no se puede conocer verdaderamente qué es una mujer… Mientras practica la “sadhana” o vida espiritual, un hombre debe ver a la mujer como un furioso incendio forestal o una cobra negra… ¿Me alcanzas una mandarina de aquel árbol, antes de que el Alcalde lo derribe?
-Se balancea usted, digámoslo de otra forma, como saltimbanqui de circo barato, entre la pasión y el deseo de la santísima pureza. ¿Podríamos pensar que es un místico oportunista?
Todas las mañanas me levanto místico y me acuesto con los sentidos enervados, y viceversa. No sé quién soy ni nunca lo sabré. El mundo está construído de tal modo que si quieres gozar sus placeres debes también sufrir sus dolores. Te guste o no, no puedes tener lo uno sin lo otro. Y vosotros los que hoy decís: “Hoy o mañana iremos al centro comercial, y pasaremos allí el día, y negociaremos, lograremos buenas ganancias”, no sabéis cuál será vuestra vida de mañana, pues sois como humo veloz, que aparece un momento y al punto se disipa. En vez de esto, debíais decir: “Si el Señor quiere y vivimos, haremos esto o aquello.” Y ahora la espada de la santa aflicción atraviesa mi alma por la falta de constancia de quienes parecen ser espirituales. Let it be.

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