El coleccionista que restaura el pasado y lo echa a rodar

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Juan Pablo Jaramillo apasionado por las bicicletas recuperando y reconstruyendo vehículos y otras antigüedades, comparte su trabajo en la página de Facebook ‘Garaje Restauración’. Su taller y depósito está ubicado en el barrio El Tesoro de El Poblado

Cuando Juan Pablo Jaramillo estaba en la universidad, la bicicleta Raleigh Sports de su tío le quedó a su casa. El vehículo, que tenía llave, matrícula, había pagado impuestos y llevaba la placa 17037 de Antioquia, era del año 1955.

Jaramillo, estudiante de diseño industrial, intentó en 1996 restaurar la bicicleta, afectada por el uso, pero debido a la poca documentación y la dificultad para conseguir partes y repuestos su trabajo quedó incompleto.

Hace tres años, el diseñador retomó este trabajo, con las facilidades para intercambiar conocimientos, conocer marcas y precios que le ofreció la Internet. La Raleigh fue fotografiada, desarmada totalmente, y cada parte fue pintada y reconstruida. “Esa bicicleta es la joya de la corona de mi colección – cuenta el coleccionista – porque todas sus partes son originales”.

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El resultado de su trabajo dejó la bicicleta como nueva. Con guardabarros blancos, marco café oscuro y sillín de cuero, además de lámpara y campanita brillantes. Este objeto, que conserva colgado en la sala de su casa, le abrió el camino a Jaramillo a las actividades que hoy lo apasionan: el coleccionismo y la restauración.

Hasta ahora, además de bicicletas, ha restaurado triciclos, carros y motos de pedal, neveras, el monedero del antiguo tranvía de Medellín y una palanca detonadora que perteneció a Cementos Argos, y otros objetos que le encargan. Además, dada su actividad principal que es elaborar muebles, también ha hecho restauraciones en estos objetos.

 

Hasta ahora tiene seis bicicletas antiguas restauradas, desde ciclas de turismo a vehículos de careras en su colección. También conserva sólidos triciclos y juguetes de la década de los 60, entre ellos un carro de pedal azul brillante que le dio a su hijo de cuatro años.

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Con sus tesoros ha hecho exhibiciones en la ciudad y el país, ha logrado intercambiar partes e ideas con coleccionistas a nivel nacional y ha participado como jurado en el Encuentro de bicicletas clásicas de la Villa de San Diego de Ubaté (Cundinamarca). Sin embargo, comenta que el transporte de las bicicletas es arriesgado, entonces prefiere, según dice, participar en encuentros y muestras locales. Participó, por ejemplo, en las muestras de juguetes antiguos del Museo El Castillo.

 Estar entre partes viejas de pequeños y medianos vehículos le ha dado al diseñador una idea de la innovación que había en otras épocas: “Me he dado cuenta de la tecnología y lo que podían hacer en los 40 y los 50, cosas que las bicicletas de ahora no tienen”. Señala las llaves que permitían bloquear la dirección, las baterías que acumulaban energía para las lámparas, y las cubiertas de metal que impedían que los vestidos de las señoras se enredaran en la cadena de los pedales.

“También he notado que la calidad de los productos de hoy en día no se compara con la de antes”, menciona, ejemplificando con los juguetes de antes que hasta hoy se conservan completos, contrario a los actuales, que se destruyen fácilmente con el uso.

La bicicleta más antigua que tiene es una Humber Cob Tourist azul de 1949 y tres cambios con batería, que está totalmente restaurada. En proyecto tiene una bicicleta de 1910, de la que guarda pocas partes.

 

“La ventaja en Medellín es que la pieza que no tengas te la hacen de muy buena calidad”, explica el restaurador.

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Su trabajo transcurre en gran parte cerca de todo tipo de talleres, donde le pintan, croman y pulen piezas antiguas, pero también elaboran adhesivos, partes de metal y otros accesorios. Él finalmente hace el ensamblado y pule los detalles.

Uno de sus sueños es tener dentro de su colección un velocípedo de rueda grande, que es una bicicleta con la rueda delantera unas tres veces más grande que la trasera, usadas popularmente en la segunda mitad del siglo XIX en Inglaterra. Según Jaramillo, no tiene conocimiento de que en Colombia haya una original, pero espera conseguirla.

El coleccionista espera seguir salvando de las chatarrerías objetos valiosos, priorizando el interés histórico y técnico sobre la cantidad. “Quiero, como diseñador industrial, guardar un poquito de la historia del producto. Si esto no se hace, estos elementos se van perdiendo con el uso y el reciclaje”, concluye Jaramillo.

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