¿Dónde paramos?

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No se interprete lo anterior como mi única visión sobre aquel país; la he traído a cuento porque dependiendo del destino, en nuestra comarca (Antioquia) salir por carretera constituye un verdadero placer estomacal no tanto por la variedad como por la cantidad con alto promedio de calidad. Cualquier carretera que se tome para salir de Medellín comienza a ofrecer su paisaje de sabores a los pocos kilómetros de distancia; pero la verdad sea dicha, la carretera de Las Palmas en su ruta hasta Llano Grande se ha convertido en algo que merece un comentario. Partiendo desde San Diego, a vuelo de pájaro y sin mayor detalle, las cosas se inician en Chuscalito con su oferta de pandeyucas y chocolate caliente, al momentico está El Reposo (donde Toño) con un chicharrón y un chorizo de más de 40 años de tradición; 10 minutos más arriba se ubica Doña Rosa la cual goza de gran prestigio entre ciclistas de todas las pelambres; pasando el alto y sobre la glorieta para el aeropuerto surge Sancho Paisa con las mejores arepas de mote de toda la región; apenas pasado el peaje está Las Brisas con sus chorizos diminutos campeones como pasante de aguardiente; bajando del alto de Corinto (donde se ubica el Theodoro Hertzl) esta la curva de El Paraíso con otras afamadas arepas; se desciende otras tantas curvas y La Doctora está montando entable y enseguida aparece Pizzas Piccolo; en las rectas hacia Fizebad la oferta se cuadruplica con los quesitos en hoja de Los Arrayanes y sus panelitas exclusivas; luego está Montenevado dormido en sus laureles; unos metros más allá la alternativa es Donde Óscar con su oferta permanente de frijoles con pezuña, y subiendo el morro está la afamada Parrillada de Martín. El periplo continua bordeando el paisaje de la represa hasta llegar a Carabanchel, auténtico epicentro de oferta culinaria pues allí funcionan: Braham, especializado en carnes y con excelente ambientación; Savanha otro clásico de parrilla; Bella Italia cuya especialidad su nombre lo dice; al lado funcionan Opa y Oma con su tradicional y deliciosa oferta de cocina alemana; Le Petit, un encantador sitio de fondues y crepes; y Pacho Parrilla, otro clásico de las buenas carnes con cortes y salsas bastante originales. Se desciende tres cuadras y se llega al Mall de la Fe. Este lugar es un verdadero popurrí de establecimientos de comida en donde los aromas de las pizzas San Lorenzo se sienten desde la lejanía; dos curvas más adelante se llega a La Fe y allí operan otros tantos negocios: famosas son las empanaditas de Chila en Casaverde, los pandeyucas de La Tienda de Pablo y las costillas de Porcicarnes. Continuando hacia Don Diego nos topamos con Cantaleta, cuyo chicharrón es famoso por su sabor y corte.

Ya estamos entrando a Llano Grande, pero me voy a detener en este punto, pues los nuevos restaurantes -más de media docena- que han aparecido en este sector en los últimos tiempos merecen una columna exclusiva. Seguramente he omitido muchos lugares que son del encanto de viajeros permanentes por esta carretera; sin embargo, este recorrido, que más se asemeja a una carrera de observación que a una ruta gastronómica, no deja la menor duda para pensar que en estos asuntos de salir por carretera a mecatear, la de Las Palmas se constituye en una alternativa de permanente disyuntiva. De ahí mi título a esta crónica.


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