Manila, un barrio de tradición

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Veraneadero por muchos años, Manila se volvió barrio a mediados de este siglo. Antes fue una finca, primero propiedad del Seminario Conciliar y después de Isaac Restrepo Posada.

En el siglo pasado, según versión de uno de los descendientes de Isaac Restrepo, el Seminario tenía la finca Manila para los paseos de sus internos. Por allá por el año 10 de este siglo aproximadamente, Isaac Restrepo compró la finca para las vacaciones de su familia.

Tanto en la vacaciones de mitad de año como en las de diciembre, la familia Restrepo Uribe se venía para Manila a descansar. Ellos vivían en el Centro, en lo que hoy es la esquina de la Avenida Oriental con La Playa, donde queda actualmente la Clínica Soma.

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Esta es la familia Posada Uribe en su casa de la finca Manila, en la primera mitad de este siglo.

En ese tiempo el camino del Centro a la finca era en tranvía hasta la estación de El Poblado y de ahí en bestia hasta la casa. En ese entonces la famosa calle 10 de hoy se llamaba Calle de la Estación.

Entre los 13 hijos de Isaac Restrepo se encontraba Jorge Restrepo Uribe, recordado alcalde de Medellín que entre otras obras lideró la canalización del río y la construcción de la Avenida El Poblado por el sistema de valorización. Paradójicamente, el único predio que no se valorizó fue el suyo -Manila- pues la antigua carretera, carrera 43B, fue desplazada en importancia por la nueva avenida. En su momento la obra fue considerada faraónica y los llamados ricos de Medellín, los dueños de las fincas que quedaban a ambos lados de la carretera, se opusieron al pago de la valorización. Sus predios sí aumentaron de valor con la construcción.

El barrio a finales de la década de los 30 comenzó la construcción del barrio Manila. Lote a lote, las familias que compraban su terreno fueron construyendo el barrio. La primera casa fue hecha por Gabriel Vélez, apodado Chorizo; después llegó Pastor Saldarriaga y con el paso de los años llegaron las demás familias que hicieron sus vidas en Manila: los Vasco, los Ardila, los Uribe, los Aguirre, los Montoya, los Pérez, los Martínez, los Carmona, los Arredondo, los Ortiz, los Grajales.

Desde un principio la calle 12 fue considerada como la calle principal. La 11, cómo los Totumos, la calle 13, como barrio Apolo, pues las casas fueron construidas por trabajadores de esa empresa, y la 14 como Rancho Largo.

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Manila estaba enmarcado desde esta calle, sin incluirla, hasta La Poblada, y desde la 43B hasta el motel Las Cabañas, antes finca de la familia Herrán. Hoy Planeación lleva los límites hasta la calle 10 y hasta Monterrey. 

Barrio residencial

Por muchos años Manila fue un barrio netamente residencial. Allí también se vivieron intensamente las olimpíadas que organizaban el padre Hernán Montoya y Gabriel Gallo.

En los tiempos de las olimpiadas había rivalidad con los de la Calle del Frito -la 9-, la de la Estación, la 10, y la de los Totumos. 

Manila tenía equipos en varios deportes y de allí surgieron varios deportistas destacados. Del equipo de fútbol, Hurricanes, salieron futbolistas profesionales como José Luis Vasco -Millonarios y Nacional. En atletismo se destacó Blanca Estela Ardila, campeona nacional de 100 metros y en béisbol figuró Rafael Álvarez, quien fue seleccionador nacional. 

Barrio mixto

El barrio Manila de hoy alberga a uno de los sectores comerciales más importantes de El Poblado. Sólo en la carrera 43B se encuentran El Zócalo, Frutos del Mar, Puerto Vallarta, Florentino, Taquino, Pizza Paisa, Procolores, la panadería Almopán, el laboratorio médico Echavarría, el taller de Las Monas, una sastrería, una zapatería. También son vecinos de Manila, las oficinas públicas de la comuna 14: la Estación de Policía de El Poblado, la Comisaría de Familia, el Cerca y las inspecciones. En Manila se va a construir el nuevo centro de salud, justo frente al cementerio de El Poblado.

En Manila está el cementerio de El Poblado, lugar escogido como última morada por muchos de los pobladeños tradicionales, aún si en sus últimos años habían emigrado a otros lugares de la ciudad.

Del barrio hay ahora oficinas y pequeños negocios. Esto, que a primera vista pareciera ventajoso por la cercanía de tantos servicios, es visto por algunos vecinos como una desventaja.

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Al decir de Pepe y Huevo, dos habitantes tradicionales de Manila, con la llegada de tanta oficina se perdió el sentido de convivencia que tenían los vecinos y aumentó la inseguridad pues ahora en la casa del frente o del lado no vive nadie conocido; si al frente pasa algo, no hay un vecino que se dé cuenta y avise o busque ayuda o comparta la alegría, cualquiera que sea la situación. Agradecen eso sí que la policía tenga su sede en el barrio, pues de lo contrario creen que la situación sería más difícil.

Tradición

De Manila son varias de las familias tradicionales de la parte vieja de El Poblado y aunque muchas de ellas ya no viven en el barrio, no es raro ver que en el cementerio entierren ancianos que aunque vivieron sus últimos años en otro barrio, quieren descansar eternamente donde pasaron la mayor parte de sus vidas, en el barrio que fundaron, cuando La Poblada era limpia y era prohibido pescar en su desembocadura en el río Medellín, donde hoy es el Politécnico.

Artículo publicado en agosto de 1997

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