Haití en la memoria: En un abrir y cerrar de ojos

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  Por: José Gabriel Baena  
 
Los calendarios que cada año publica la NASA en Internet, con fotos de millones de universos tomadas por el telescopio Hubble, no sólo te cortan la respiración sino que te pueden infundir a la vez terror y esperanza. Ante la magnitud de esos espacios y esas creaciones sólo te queda caer cantando, de rodillas, alabanzas al Altísimo, y proclamar con humildad la pequeñez de los humanos. Somos sólo un instante en la memoria de Dios y quizá ya hace mucho nuestro planeta desapareció, como esa galaxia cuya luz apenas nos llegó en diciembre y se había desintegrado hace trece mil millones de años. Soñamos que estamos vivos pero somos el recuerdo vaporoso del sueño de un fantasma, un sueño, como decía el señor Montaigne, “un relámpago entre dos eternidades”.
Precisamente eso, lo que dura un parpadeo, es lo que dura nuestra memoria, y es quizá privilegio o maldita bendición de los artistas y escritores permanecer un poco más que los humanos “normales” en la mente colectiva, en los museos, algunas frases talladas en una piedra sepultada en la jungla. Pero hasta Shakespeare desaparecerá algún día, cuando el sol no sea más. Y ese abrir y cerrar de ojos de nuestra vida, en francés “L’espace d’un cillement” es el título de la espléndida novela del escritor haitiano Jacques Stephen Alexis (1922–1961), cuya memoria se me despertó en algún lugar del cerebro con motivo de la tragedia de su patria. No conozco a ningún escritor de Medellín que haya leído a Alexis y quizá de su libro sólo llegó un ejemplar a la ciudad, hacia 1970, y vino a parar a nuestra biblioteca familiar.
Alexis nació en la pequeña ciudad de Gonaïves, hijo de un periodista y diplomático. A los 18 años empezó a publicar ensayos sobre asuntos literarios, y fundó una revista polémica, “La Ruche”. Graduado de Médico Neurólogo en París, a los 23 la famosa editorial Gallimard le publicó su primera novela, “Compadre General Sol”, considerada fundamental en la literatura de su país. Luego vendrían “Los árboles musicales” (1957), “En un abrir y cerrar de ojos” (1959) y la selección de relatos breves “Romanceros en las estrellas”. Como buen joven idealista de su época, fue un comunista convencido de las luchas populares y nunca entendió bien la división entre soviéticos y maoístas, chinos, rusos, vietnamitas y yugoeslavos. Sufrió persecución y prisiones. En 1959 fundó el PEP, Partido para el Entendimiento del Pueblo, pero pronto fue desterrado por la dictadura de Duvalier, asesino y hechicero vudú que gobernó a Haití durante años y luego fue sucedido por su hijo. Durante su mandato mató a más gente que el terremoto de enero, ya olvidado.
Exiliado en Cuba, el escritor volvió con algunos compañeros a Haití en abril de 1961, pero, seguramente traicionado, luego de su desembarco fue capturado de inmediato por la temible policía duvalierista de los “Tonton Macoutes” en el puerto de San Nicolás, Bombardópolis, llevado a la plaza del pueblo, torturado salvajemente y muerto apedreado por las turbas de la dictadura. Su cuerpo fue puesto en un barco y más tarde el gobierno anunció su muerte en el diario oficial “en un oscuro rincón de la página 14”.
Jacques Stephen Alexis es hoy reconocido como el inventor de una escuela literaria pasada de moda, con su ensayo de 1957 titulado “Prolegómenos a un Manifiesto del Realismo Maravilloso de los Haitianos”, para el congreso mundial de Escritores y Artistas Negros en París. De hecho su novela “En un abrir y cerrar de ojos” es humanística, poética y realista a la vez, donde los protagonistas, dice una reseña francesa “se conocen progresivamente a través de la vista, el sonido, el olor, el tacto y el sabor, los cinco sentidos atribuidos a los seres humanos, construidos progresivamente en un éxtasis de gozo y posterior desesperación”: la plena exaltación del cuerpo. Pero el propio cuerpo de Alexis nunca fue encontrado. Hoy le rendimos nuestro dolor a Haití, a través de su recuerdo. Alguna vez dijo: “Los árboles caen cada uno a su vez, pero la voz del bosque nunca pierde su poder. La vida siempre empieza”.

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