Gloria Esperanza Restrepo

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  Gloria Esperanza Restrepo
 
     
 
Sintiéndose en la “antesala de la muerte” su preocupación se centró en qué sería de sus hijas si ella faltara.
 
     
 
 
     
 
A pesar de ser esposa de médico, trabajar en ese momento en una IPS y conocer todas las prevenciones, Gloria Esperanza no había sido una mujer rigurosa en el autoexamen de seno. Casualmente mirándose en el espejo vio una profundidad en el seno izquierdo y al tocarse sintió una bolita. Su esposo le aconsejó ir donde el cirujano para remover el nódulo que resultó ser cancerígeno. Con una personalidad bastante tranquila decidió asumir las cosas como vinieran. Sintiéndose en la “antesala de la muerte” su preocupación se centró en qué sería de sus hijas si ella faltara.
Gloria es una psicóloga clínica de 48 años, recibió la noticia a la edad de 44 con 16 años de matrimonio y dos hijas de 6 y 10 años. A las niñas les contaron todo lo que le pasaba a la mamá sin usar la palabra cáncer. Aunque vieron a su madre vomitar mucho y pasar bastante tiempo en la cama, no fue un proceso depresivo ni de tristeza o de mucho llanto, por el contrario disfrutó ser el centro de atención de su familia durante ese tiempo y todo lo que su familia la contempló.
Sin predisposición genética y convencida de la relación entre enfermedades y manejo de las emociones, Gloria se atribuye a sí misma las causas del cáncer de mama. Antes de recibir el diagnóstico había pasado por momentos difíciles en los aspectos laborales y económicos que la llevaron a una depresión profunda y a convertirse en una persona solitaria y callada.
Vivir en una finca alejada de la ciudad le permitió a Gloria no tener que elegir entre turbante o peluca sino llevar su cabeza sin pelo tranquilamente. Asegura que esas precauciones son más para los otros que para el que sufre la pérdida de pelo. Para ella, fueron más difíciles otras cuestiones estéticas como engordar 18 kilos y las complicaciones con la cirugía del seno. El médico había recomendado una mastectomía radical para disminuir los riesgos de recurrencia pero Gloria escogió una cudrantectomía. Después de varias intervenciones quirúrgicas vino la quimioterapia, radioterapia y braquiterapia. Tenía claro que todo el proceso clínico tradicional era necesario, pero también debía acoger la medicina alternativa con tratamiento energético, trabajando las emociones y dolores del alma. Adicionalmente aprendió a tejer, terapia que recomienda como una gran ayuda para descansar la mente de las angustias. 4 años después del tratamiento fuerte, sigue tomando Tamoxifeno, lo que describe como una mini quimioterapia, y sigue visitando periódicamente al oncólogo. Aunque ha recuperado su vida completamente dice sentirse en el filo de la navaja con cada examen.
Para ella las prioridades no cambiaron. Antes del cáncer eran sus hijas y ahora siguen siendo lo primordial en su vida. Ellas también son la causa para que Gloria pueda contar su historia, la fuerza que necesitó para salir victoriosa del enfrentamiento al cáncer.
Hoy ve la enfermedad como una ayuda para conectarse con Dios, para vivir el presente, disfrutar mucho más cada detalle de la vida, para mantener una actitud de hoy y la oportunidad de volverse un mejor ser humano, más humilde.
 
 
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