Felipe Betancur, inventor de rostros de alegría

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Felipe Betancur se autodenomina como un MacGyver criollo, capaz de encontrar soluciones accesibles y asequibles para personas con discapacidad.

Por: Daniel Palacio Tamayo / [email protected]

¿Cómo hace un sordo para percibir el timbre de su casa?¿Por qué no inventar algo que les facilite a personas con movilidad reducida meterse a una piscina?¿Qué hacer para que quien tenga la mano atrofiada pueda volver a escribir?

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Son preguntas que han pasado por la cabeza de Felipe Betancur. Y a todas les ha dado respuesta. Muchas tienen una solución con elementos del cuarto de rebujo o mediante una pequeña inversión.

Lo mejor para Felipe es que esa creatividad le ha permitido escuchar gritos de emoción de quien volvió a escribir gracias a la adaptación de un lapicero en una pelota relajante que sí podía agarrar; o llorar al ver a una niña dar sus primeros pasos gracias a un arnés.
El apartamento de Felipe tiene un arrume de insumos para sus inventos que cualquiera podría confundir como desorden. “Es una lista de mercado para 200 inventos”, dice: hay pvc, juguetes en desuso, cascos de bicicleta…

Además graba, edita y publica los tutoriales para compartir por internet sus inventos caseros, que por humildes, dice, han dejado con la boca abierta hasta a quienes reducen la innovación a la inteligencia artificial.

Gracias a los videos y las redes sociales de la Fundación Todos Podemos Ayudar, han llegado llamadas de diferentes partes del mundo. Una fue desde un asilo de Argentina donde estaban destrozados al ver que uno de los residentes no podía apagar las velas en el día de su cumpleaños. Felipe adaptó un ventilador.

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Así mismo sucedió con una mujer que vivía sola cuando se fue su audición, pero no quería perder su independencia. Felipe le recomendó instalar bombillos de colores que prenden cada vez que presionan el botón de la puerta.

En los próximos días lanzará los zapatos ortopédicos ‘a la moda’. “¿Qué siente un niño con un zapato de esos deforme?” y responde: “¡Es ponerle un letrero para que se burlen de él!”. Gracias a una adaptación estética a los tenis, eso cambiará sin necesidad de comprar un calzado que en el exterior vale más de un millón de pesos.

A la lista de inventos también se suma un mouse, hecho con un cucharón de cocina, que se opera con el pie. Y una ‘silla de ruedas todoterreno’ que permite que una persona con discapacidad se pueda sumergir en la piscina de forma segura. Más adelante ofrecerá muñecos infantiles con discapacidad con el fin de sensibilizar a los pequeños sobre esta realidad.

Pese a que, por dificultades económicas, tiene 200 ideas estancadas en la sala de su casa, su propósito sigue firme: inventar para ver muchos más rostros de felicidad.

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