Juliana, la consentida de casa, pero aguerrida en el tenis de mesa

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De ida y vuelta en un deporte en el que las mujeres colombianas sobresalen como las de mejor desempeño

Fotos Sébastien Herbiet

Por José Fernando Serna Osorio
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Inocencia. Hablar de Bruno, su perro pug, es dejar volar al aire muchas sonrisas y sonrojarse. Jaime, su padre, hizo hasta lo imposible para que Juliana no tuviera un animal en la casa. La disculpa típica de que era un apartamento no caló en la niña de 13 años que se obstinó por una mascota. “Hoy mi papá lo quiere más que yo”, se ríe con timidez y un movimiento esquivo.

Talento. El tenis de mesa llegó por azar a la vida de Juliana Rodríguez Botero, una de las jugadoras con más proyección en Antioquia. Con apenas 8 años dejó el tenis de campo y en la empresa que labora su padre, en El Poblado, se aventuró por un espacio más reducido en el que va sumando bagaje y pergaminos.

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Ataque y defensa. Con las palabras justas, Juliana deja entrever a la guerrera que lleva por dentro sin perder su delicadeza. Sus movimientos en la cancha, ágiles y seguros, contrastan con la tranquilidad y precisión en sus palabras, mientras su entrenador Óscar Zuluaga le da indicaciones, ella escucha atenta y pone a prueba la lección, topspin y bloqueo.

Perseverancia. Aunque es una niña que apenas inicia el recorrido en la parte competitiva, la disciplina en el colegio y los entrenamiento en la Liga Antioqueña de Tenis de Mesa, han mostrado otra faceta: esfuerzo diario. Su rutina inicia a las 6:00 de la mañana cuando se va al colegio Calazans femenino. Luego almuerzo y a entrenar. Las bolas de ping pong, las mesas, la raqueta, la repetición de movimientos y su concentración se devoran la tarde.

La consentida. El arroz con pollo, el ajiaco o lo fríjoles que le hace doña Fanny Jaramillo son la delicia para Juliana, quien no se guarda una palabra para hablar de sus abuelos. Y es que junto a don Eladio Botero, estas dos personas han sabido consentir a la nieta de una manera sobreprotectora, inclusive, reconoce en su abuelo la persona por la que hoy en día está en este deporte. “Él era el que siempre me traía diario a entrenar”, dice. “Ellos me adoran”, agrega con cara de felicidad y un gesto exagerado. Su madre Mónica ha sido otra ficha clave.

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Palmarés. Desde que inició en el tenis de mesa en el 2011 se proyectó como una promesa. Inició con una participación en escolares departamentales, tres meses después que había llegado al deporte. Enfrentó la competencia y se fue ajustando a la presión. Después se unió al Club Esparta y de ahí en adelante fue ascendiendo en el escalafón. Representó a Antioquia en torneos nacionales en categorías sub 11 y luego se vistió con la tricolor de Colombia. Desde que llegó al ranking nacional en 2013 no ha soltado los dos primeros lugares.


¡Calidad! Recientemente en un Latinoamericano en Perú ganó la medalla de oro en equipos sub 13 junto a la carmelitana Alejandra Alzate. Histórico para el país que tiene en las mujeres sus mejores embajadoras en este deporte.

Acción y transpiración
Las vivencias de Juliana son un puñado y apenas comienzan. Una de las disciplinas con menos pergaminos en Colombia es el tenis de mesa y eso no lo oculta Óscar Zuluaga, técnico de la Liga Antioqueña que ha forjado alguno de los campeones que ha dado la disciplina.

Y es que es tan difícil que solo dos jugadoras colombianas, Paula Medina y Leidy Ruano, son las únicas que han participado en unos Juegos Olímpicos. El máximo logro que se ha tenido en la cita orbital es un set que ganó la primera en Londres 2012 a la ucraniana Tetyana Bilenko. Hasta ahí.

El entrenador reconoce las falencias en el apoyo de la empresa privada y los recursos limitados a un deporte en el que no somos fuertes. Caso contrario ocurre en nuestra región con Brasil y Chile, que son los más destacados de Suramérica.

“En el mundo la superpotencia es China. Después es Japón y siguen otros países asiáticos. Para ellos, como en la vida, el deporte es un régimen. Europa está a años luz de esas potencias y nosotros estamos a años luz de Europa. Imagínese”, precisa Zuluaga que ha tenido recorrido deportivo como estratega en Marinilla y el Inder de Medellín.

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Lo que sí destaca Zuluaga es que en el caso de Colombia se ha fortalecido mucho en las categorías infantiles, y como siempre, las mujeres son las que han tenido protagonismo en este deporte en el que se tiene una carrera competitiva hasta los 33 años en promedio.

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