El teatro de la estafa

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Las llamadas extorsivas cada vez cobran más víctimas. ¡Ojo!, hábiles actores, con llamadas telefónicas, aprovechan el miedo y la ingenuidad

Foto recreada

Por Pedro Correa Ochoa

Acto primero: ingenuidad
Alba Ruíz* confiesa que cuando levantó la bocina de su teléfono la voz del joven le nubló la razón. “Hola tía. Tía, tengo un problema muy grande”. Sin ninguna suspicacia, mordió el anzuelo: “¿Juan Carlos*? ¿Qué le pasó mijo?”, respondió, confundida por la que parecía la voz de su sobrino mayor. El muchacho, asustado, dijo que lo había capturado la Policía cuando se movilizaba en el carro de un amigo. En el vehículo, aseguró con un ensayado guión teatral, había un arma.

Una voz recia se escuchó luego. Se presentó como el teniente que estaba a cargo y dijo que, para probar la veracidad de la información entregada por el joven, le haría a ella unas preguntas. Así le sacó la información suficiente para mantener la farsa teatral de la que, ahora, ella era protagonista.

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El supuesto militar aseguró que el muchacho no tenía antecedentes y que estaba dispuesto a colaborarle. “Pero me estoy jugando 17 años de mi carrera militar”, advirtió, haciendo ver que borrar la reseña policial implicaría un pago de cuatro millones de pesos. “Ahí pasó otra vez el muchacho y me dijo: tía, tenemos que depositar esa plata, yo tengo ahorros en el banco, pero tengo que consignar dos millones ya. Préstemelos”. Advirtió, además, que no quería llamar a su mamá .

Acto segundo: complicidad
Este delito se conoce como “llamada carcelaria”. Así lo afirma el mayor Herlin Rodríguez, comandante del Gaula Militar Antioquia. Las investigaciones han arrojado que desde las cárceles se contacta a las víctimas. Los convictos orquestan una perfecta obra de teatro: inventan convincentes parlamentos, se atribuyen papeles de héroes y, extrañamente, logran que a la prisión les llegue la utilería para su puesta en escena: bases de datos, celulares y tarjetas SIM con diferentes líneas telefónicas.

De las 205 capturas que logró el Gaula en 2015 en Medellín y el Valle de Aburrá, el 95 por ciento, dice Rodríguez, corresponde a extorsiones, una modalidad que desplazó al secuestro. Sin embargo, las autoridades han advertido en ésta un vacío jurídico: para algunos fiscales es extorsión, para otros estafa.

Al modus operandi del sobrino –u otro familiar–, se le suma una versión más temeraria, en la que un supuesto jefe paramilitar exige armas, radios u uniformes militares, pero termina aceptando dinero. “Su propósito es traumatizar a las víctimas –dice el mayor Rodríguez–. Por eso las llamadas son constantes, piden montos pequeños y les dan poco tiempo, para que tomen decisiones desesperadas”.

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Acto final: frustración
Alba siguió la instrucción. Consignó dos millones de pesos en una cuenta de un servicio comercial de giros nacionales. Cuando ya lo había hecho, algo la impulsó a contarle a la cajera lo sucedido y ésta le advirtió de una posible estafa. Intentaron retener el giro, pero el dinero ya había sido retirado, en menos de cinco minutos.

Nuevamente sonó su celular. Le pedían otros dos millones de pesos para liberar al sobrino. Con las palabras de la cajera todavía en mente, Alba exigió hablar con Juan Carlos y, sin titubeos, lo puso a prueba al preguntarle el nombre de su abuela.

El telón de la estafa cayó con una frase reveladora: “vieja malparida, ya caíste”, dijo el hasta ahora sobrino. Y colgó.
* Nombre cambiado por petición de la fuente.


Actúe, pero con inteligencia
El comandante del Gaula recomienda establecer protocolos para la atención de una llamada desconocida y, especialmente, advertirle a empleadas del servicio y a los niños que no deben entregar nombres e información de la familia. El año pasado el Gaula Antioquia desarticuló una banda con la que cayeron también 5 mujeres de bajos recursos económicos que se habían prestado para retirar el dinero. En otro caso, a un mismo estafador en Santa Rosa de Osos, le encontraron 18 simcard.
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