El poder de la voz digital

Pese a las críticas que abundan por la aparente ‘cloaca’ en la que se han convertido muchas redes sociales, la ciudadanía sigue apretando al poder. Son días para decir: ¡larga vida al ciberactivismo!

No cabe duda de que la penetración de internet y de las redes sociales durante la última década ha cambiado la forma en cómo nos comunicamos y nos entendemos no solo entre personas, también con las instituciones. Plataformas como Twitter, Facebook, Youtube e Instagram han cambiado nuestra percepción de las distancias y también de los logros que podemos alcanzar. Facilitan, entonces, la movilización de miles de personas por un mismo fin, aún sin conocerse, sin vivir juntas o incluso estando en lugares opuestos del planeta.

El último mes ha sido para nuestro país – lo hemos sentido en Medellín – un escenario donde las anteriores hipótesis pueden comenzar a tornarse en teorías. Manifestaciones por la educación, que alargan su diálogo en el ciberespacio; luchas feministas que reclaman una menstruación libre de impuestos y peticiones para eliminar la violencia de género, son algunas de las causas que nos han conectado no solo como país, también con la región latinoamericana e incluso con algunos otros países desde donde nos han enviado mensajes de apoyo.

Las redes, con su variedad de formas de expresión, nos siguen demostrando su capacidad de tejer movimientos ciudadanos, de colaborar y de encontrarnos bajo revoluciones comunes. No obstante, en diferentes escenarios, suelen escucharse clamores por un internet más tranquilo, tal vez menos acalorado y más ‘limpiecito’.

A quienes piensan esto, vale la pena recordar que internet no es un segundo mundo que habitamos porque sí y que no es más que el reflejo de nuestras sociedades. Sería curioso tener un ciberespacio perfecto cuando nos cobijan días de imperfecciones y reclamos. Incluso, vale la pena recordar la reciente visita del profesor Manuel Castells a la ciudad, en la cual, contundentemente expresó en la Universidad de Antioquia: “Las redes sociales son reales como la vida misma, es decir como nosotros”, por tanto, reflejan los cambios, la movilización, porque son una parte de nuestra sociedad.

Partiendo de un estado de consciencia, al que prefiero llamar principio de realidad, y dejando espacio para la reflexión, he de expresar que el poder de la voz digital en escenarios como las redes sociales sigue y seguirá siendo por muchos días más la esperanza que convoque a discusiones donde se plantee otra clase de poder. Escenarios donde la palabra logre ser diversa.

Está entonces el reto de sostenerlo libre, en un debate acalorado, pero constructivo, bajo un manto de incomodidad que le resulte al poder – en especial al mal poder – tan incómodo, que no tenga otra salida que salir a demostrar voluntades de cambio o al menos de negociación constante.

A los estudiantes, a mis hermanas las mujeres, a las madres, a quienes reclaman condiciones económicas dignas, a quienes luchan por la salud, a todos quienes nos han hecho creer que el activismo es malo; tal vez el ciberactivismo nos esté mostrando una segunda oportunidad, otro camino para entender que hoy tenemos una nueva clase de voz que tal vez es más difícil de apagar.

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