El Pequeño Periódico deja un vacío en el periodismo cultural

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El Pequeño Periódico deja un vacío en el periodismo cultural
“Nos propusimos hacer un periodismo que no buscara la chiva sino que hiciera de la información un aporte para la comunidad”


Ángel Galeano H.

Por Saúl Álvarez Lara
El próximo 8 de septiembre se cumplen 30 años de la circulación, a orillas del río Magdalena, del primer número de El Pequeño Periódico. Esa fecha también marcará su fin. Aquella primera edición y las 36 siguientes circularon desde Magangué para el resto del país y el mundo hasta 1990, año en que Ángel Galeano Higua, el fundador, su esposa Carmen Beatriz Zuluaga y su hija Bárbara regresaron a Medellín a comenzar de nuevo.
Ocho años pasaron desde el día en que Ángel, Carmen y Bárbara, todavía una bebé, se fueron para Magangué a fundar el Centro Médico de Especialistas con otros compañeros que pensaban que la salud, el bienestar y la calidad de vida debían estar al alcance de la gente sin importar su condición. “Descalzos” los llamaron. El único que no pertenecía al sector de la salud era Ángel, su interés estaba en el periodismo, la literatura y la escritura, por eso desde el primer momento se convirtió en el cronista del grupo. Durante los primeros meses en aquella ciudad donde el calor es infernal en el día pero los atardeceres y también los amaneceres son los más hermosos que uno pueda imaginar, escribió largas cartas sobre el río, los sucesos, las gentes, sobre la casa donde funcionaba el Centro Médico, a media cuadra de la Alcaldía y muy cerca de la Albarrada, al borde del río, a los amigos que se habían quedado. Pronto se dio cuenta de que podía escribir una sola carta para todos y pronto también se le ocurrió que podía hacer un periódico que narrara la riqueza natural y cultural de la región. Pasaron ocho meses antes de que circulara el primer número, ocho meses conociendo la gente e investigando su cultura; fue entonces cuando supo que un periódico con información local y del mundo, llamado El Pequeño Diario, había circulado por allí a comienzos del siglo 20.
Una tarde en la heladería “El Remanso” al frente del Centro Médico, cuando la idea del periódico tomaba forma, Ángel, en compañía de Héctor Comas, Marcelo Duchemin y Sigifredo Morales, decidió el nombre. En honor de aquel que circuló tantos años antes, se llamaría El Pequeño Periódico y allí mismo dibujó con un marcador negro el que sería el cabezote de identificación durante más de diez años.

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Primera edición, 8 septiembre de 1982

El primer número lo hicieron con textos escritos a máquina y fotografías tomadas por ellos. Con las páginas armadas sobre cartulina fueron a los almacenes de la Albarrada ofreciendo espacios publicitarios para financiar la producción; ellos mismos se encargarían de la venta y la circulación. Los comerciantes, en su mayoría extranjeros, europeos y del Medio Oriente, y también antioqueños, se entusiasmaron con la idea y compraron espacio para anunciar sus negocios. El grupo tenía la esperanza de imprimir el periódico en Magangué pero no fue posible. Con los veinte mil pesos recaudados Ángel se vino para Medellín en busca de un impresor que encontró en el periódico El Mundo. Allí tuvieron la primera sorpresa. Los técnicos decidieron que no se ajustaba a sus normas y rehicieron la publicación que salió completamente distinta a lo que habían imaginado. Sin embargo, tenían periódico y circularon mil ejemplares a $15 cada uno. Fue un éxito. Los lectores se encontraron un periódico cultural con noticias de la región donde ellos también hacían parte de la publicación, un periódico sin el respaldo y las arengas de los políticos de siempre. Era el año 1982.
Cuando ya habían circulado varios números, recuerda Ángel, un hombre vestido de blanco de pies a cabeza, entró a la pieza que habían adaptado como lugar de trabajo en un edificio de la calle de Las Damas y dijo: “Les compro el periódico”. Ángel pidió a un compañero que entregara un ejemplar al hombre que, antes de que el otro se moviera, agregó: “No vengo por un ejemplar, quiero El Periódico”. Tentados por el dinero algunos quisieron vender pero Ángel se mantuvo en su idea y continuó con la publicación hasta 1990 cuando, ante la oleada de violencia que arreció en el Bajo Magdalena, regresaron a Medellín.
En 1992 un grupo de intelectuales y científicos de Medellín propuso la reactivación del periódico. Se hizo un rediseño acorde con las posibilidades técnicas que encontraron en la ciudad y comenzaron a circular dos mil ejemplares cada tres meses. Personajes de la cultura, las artes y las ciencias colaboraron hasta hoy, el final, en El Pequeño Periódico que, además, se convirtió en la punta de lanza de la Fundación Arte y Ciencia* y del fondo editorial que cuenta con más de cuarenta títulos en narrativa, poesía, ciencia y periodismo.
“Carmen Beatriz, Bárbara y yo aprendimos muchas cosas en estos treinta años”, dice Ángel mientras prepara la última edición, la nùmero 100, de El Pequeño Periódico. “Sobre todo aprendimos a aprender de los demás”.
http://fundarteyciencia.wordpress.com

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