El increíble e irracional límite de 30

  Por: Juan Carlos Franco  
 
Imagine que un Alcalde de Medellín se levanta un día muy preocupado por el daño moral que están causando ciertas películas que presentan en los teatros de la ciudad. Entonces nombra una comisión que, tras juicioso estudio, recomienda subir de 18 a 30 años la edad mínima de admisión a los teatros donde se exhiben dichas cintas. Sólo así, dice la comisión, se podrá reducir el daño moral para el espectador y mejorará la salud mental de la población.
El Alcalde acepta la recomendación y ordena instalar a la entrada de los teatros avisos enormes que dicen “Edad Mínima de Ingreso 30 años”.
Inicialmente los habitantes de Medellín se sienten confundidos. La gente pregunta a los funcionarios y todos confirman que las películas sí son peligrosas para menores de 30 y que la norma es indispensable. E insisten en que ellos están en su deber de hacerla cumplir.
El único detalle que no tienen en cuenta es instalar un control a la entrada de los teatros: Nadie comprueba edad, nadie pide cédulas ni impide que entre el que quiera. Ingresan tranquilos niños de segundo de primaria en paseo, familias con niños en brazos, aún las hijas de 8 y 10 años del Alcalde… Y cuando un observador externo se para en la puerta del teatro y pregunta a un alto funcionario de la administración sobre semejante incoherencia, el diálogo típico es:
Obs: Señor funcionario, pero mire por favor, esos niños entrando y aquí por todos lados dice que la película es para mayores de 30.
Fun: ¡Es muy importante para esta administración preservar la salud mental, la moral y las buenas costumbres de la población! ¡No ingresa nadie menor de 30!
Obs: Pero todos se entran, ¿acaso no los está viendo? ¿Qué le pasa?
Fun: Es muy importante para esta administración preservar la salud…
Exactamente esto ocurre hoy en Medellín con las señales de tránsito. Y exactamente en esa tónica ambigua e indolente han respondido las consultas que este columnista ha hecho sobre el ridículo límite de velocidad de 30 km/h que han impuesto para casi todas las vías de El Poblado, incluyendo la carretera de Las Palmas. Dicen que lo hacen para protegernos de los peligros de ir más rápido.
Por supuesto, como en el caso relatado de edad mínima 30 años, todos sabemos que es tan extravagante este límite de 30 km/h que a los conductores no se nos pasa por la mente cumplirlo. Ni a las autoridades se les ocurre hacerlo cumplir, tan ingenuas no son.
Compruébelo usted, todos los vehículos circulan por allí entre 60 y 90 km/h.
Es como si hubieran recibido un enorme cargamento de señales sólo con el número 30 y tuvieran que “desencartarse” sembrándolas por todos lados. ¿Qué importa que sea una vía amplia y de doble calzada? ¿O que nos costó miles de millones y fue planeada para “mejorar la movilidad”?
Para tener una mejor idea, a 30 km/h es que se pasa cautelosamente sobre un resalto, por ejemplo en la loma de ISA: La señales ahí muestran el resalto e indican este límite. ¿Cómo pueden pretender que también circulemos a ese ritmo subiendo o bajando por Los Balsos, Las Palmas y otras?
Lo triste es que son los propios funcionarios burlándose de sus señales, pues terminan siendo sólo ornamentales. Con lo cual logran que todas las demás señales de la ciudad pierdan sentido y autoridad.
En síntesis, Alcalde y Secretarios: Si las quieren dejar, ¡por favor háganlas cumplir! O si no las quieren/pueden hacer cumplir, ¡por favor háganlas cambiar!

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