No lo podemos seguir negando

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Negar el impacto de la producción de carne en el planeta es como negar el cambio climático. Negar que los animales sufren para que podamos ser alimentados es igual de inverosímil. Que algunas personas estén muy cómodas y no quieran incomodarse, es otra situación bien distinta.

 

María Claudia Mejía Gil
Por: María Claudia Mejía Gil / [email protected]

Si hablamos de consecuencias de nuestros hábitos en el ambiente, el consumir carne encabeza la lista. La ganadería industrial genera más emisiones de gases efecto invernadero que el sector del transporte, según la FAO. Nuestro sistema de alimentación no está ayudándole al planeta a sostener la humanidad. Es una situación que no podemos seguir negando y parte de esta solución, está en nuestras manos.

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Existen varios movimientos en el mundo que invitan a realizar un cambio más gradual, menos traumático. Entre ellos se encuentra la iniciativa Lunes Sin Carne, existente desde 2003 y a la cual se han adherido 40 países, que invita a las personas a no comer carne los lunes por cuidar el planeta y de paso mejorar su salud.

También se encuentra el movimiento reducetariano, compuesto por personas que se comprometen a consumir menos proteína animal –carnes rojas, aves de corral, pescados y mariscos-. Estos movimientos demuestran que es posible realizar pequeños cambios y que los mismos tendrán un impacto positivo tremendo en el planeta y en las condiciones de vida de las nuevas generaciones.

Si al lector le preocupa el destino del planeta y de las nuevas generaciones y no sabe cómo aportar, reemplace la carne por proteína vegetal un día en su semana. Siga uno de estos movimientos o invéntese uno nuevo y cuénteselo a sus amigos.

Es necesario actuar. En esta situación hay dos caminos: nos hacemos los ciegos o hacemos parte de la solución. Porque no tomar partido, es no querer darse cuenta…

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