Dos conmemoraciones

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Dos conmemoraciones
Dos fechas significativas para El Poblado se conmemoran por estos días: el 12 de noviembre, el primer mes del colapso de la torre 6 de Space, y el 16, los cinco años del deslizamiento sobre la urbanización Alto Verde

Al igual que la de Space, la tragedia de Alto Verde ocurrió durante un puente festivo, muy cerca de la Transversal Superior, en otra loma: Cola del Zorro, carrera 15 con calle 7 A (Space en la del Padre Marianito, carrera 24 D con calle 10). El número de víctimas también fue similar -12 en Alto Verde, 11 en Space- así como el origen del siniestro: errores en la construcción. En Alto verde las causas fueron un talud intervenido de manera inadecuada y un mal manejo de aguas, según lo determinó tres meses después del desastre una comisión evaluadora designada por la Alcaldía de Medellín. En Space, aunque todavía no hay un informe oficial, todo parece indicar que fue ocasionado por fallas de construcción.

De acuerdo con el informe de la comisión evaluadora de Alto Verde, el talud sobrepasaba la altura recomendada en los estudios de suelos realizados para el desarrollo del proyecto urbanístico. Es decir, hubo una evidente falta de control a los constructores por parte de las autoridades.

Así mismo, consta en un estudio realizado en 2008 por la ingeniera Diana Melo, de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, y que a los ojos de hoy resulta premonitorio: “La tragedia que vive la zona de El Poblado, con el derrumbe en Alto Verde, se debe a la incapacidad de las autoridades de gobierno de hacer cumplir a los constructores a cabalidad las normas contenidas en el manejo ambiental, a nivel de manejo del suelo, cobertura vegetal y deforestación, para evitar estos deslizamientos o no permitir la construcción en estas zonas donde la fragilidad del terreno por su permeabilidad al agua es conocida y divulgada por entes conocedores de la problemática. Hoy tenemos el problema en esta unidad, que se divulga por su magnitud, pero en la zona de El Poblado también existen unidades con problemas parecidos y latentes, que no son denunciados por las autoridades, para proteger a estos ‘grandes’ constructores…”.

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Agregaba el estudio que “se están ocupando las laderas de El Poblado sin que exista un código de regulación” y en una de sus conclusiones recomendaba: “Las características físicas del territorio del Valle de Aburrá, en especial el área del municipio de Medellín, imponen limitaciones que deben ser consideradas dentro de los planes de ordenamiento territorial. Estas limitaciones se refieren no solo a la restricción para el desarrollo urbanístico de determinados sectores sino a que la utilización de las áreas de ladera debe hacerse bajo especificaciones técnicas que garanticen la conservación de las condiciones de estabilidad de las vertientes…”.

Es decir, tuvo que ocurrir otra tragedia para tomar en serio –ojalá– aquello de que las laderas deben ser intervenidas de manera especial, como también lo expresa en la anterior y en esta edición la exdirectora de Planeación, Zoraida Gaviria.
Está claro entonces que estamos en mora de ejercer controles severos a la construcción, no solo en el papel sino en la práctica. ¿O vamos a seguir sumando conmemoraciones y encomendándole a Dios lo que debemos asumir nosotros?

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