Diviértaseen el centro comercial

  Por: Juan Carlos Franco  
 
Se supone que El Poblado es el sector de Medellín que concentra a la población de mayor poder adquisitivo. Sin embargo, como barrio, como comunidad, no parece tanto lo que ofrece a sus habitantes en términos de calidad de vida.
Sin duda tiene los edificios más modernos e impactantes. Hay buenas viviendas y oficinas y la arquitectura en muchos casos es agradable a la vista. Sin duda tiene uno que otro club social, con piscina, caballos, clases de tenis y baile anual para los socios. Y los centros comerciales, ni se diga. Tenemos los más sofisticados y aristocráticos, poco que envidiar a cualquier ciudad latinoamericana en cantidad y calidad.
Además, ahora nos dio por convertirnos en una especie de Las Vegas andina, a juzgar por el creciente número de casinos, destinados evidentemente a un público adulto, al que no propiamente le está haciendo falta ese dinero para mercar.
¿Y qué tenemos para ofrecer a los niños o jóvenes que no son de club social ni de finca? Ya sabemos de sobra que no hay casi parques, y los pocos que hay poseen una modestísima infraestructura. También somos conscientes de que, gracias a sus aceras pobres y escasas, no es un barrio que se preste mucho a caminar, excepto tal vez algunos tramos de la Avenida.
Tenemos, justamente para los niños, centros comerciales… que mal que bien intentan convertirse en sitios de diversión infantil por medio de sus zonas de juegos. Claro, no porque las hayan montado teniendo en cuenta primordialmente a los niños, sino como centros de ganancias y como ganchos para que los papás vayan a comprar.
Y como para variar, a precios no digamos muy asequibles para la mayoría de la población, incluso la que vive en la zona: Una estadía sencilla, de una hora, en una zona de juegos, tranquilamente representa más de $ 20 ó 25 mil por niño. Cada montadita de un minuto en caballo (sin mucha gracia, y con mínima inversión) significa $2.000, menos de 3 minutos de carrusel son $2.500.
¿Y dónde quedó entonces la diversión sencilla, no asociada con el consumo, para niños y jóvenes de todos los estratos? ¿No hay un parque público donde se pueda ir simplemente a correr o a tirarse en la grama? ¿No hay una sola piscina pública a la que se pueda entrar, así sea pagando? ¿No hay un sitio de chorritos de agua a donde se pueda ir a jugar y refrescarse?
Y ya entrados en materia, tampoco hay una cancha de bolos moderna y bien mantenida. O una pista de patinaje, ni una zona de juegos para bebés, ni un teatro (que no sea de cine en centro comercial), ni se ha abierto un museo en los últimos 40 años. Ni tenemos biblioteca, como otras zonas de Medellín. Ni siquiera una librería grande (no una papelería con sección de libros) a donde se pueda ir a pasar media tarde leyendo y escogiendo libros de precios decentes.
Es muy indicativo de las prioridades que hemos escogido como sociedad y como barrio que tanta inversión se dirija a casinos y tan poca a suministrar sitios de diversión para niños y jóvenes… sin que sea necesario cruzar la ciudad completa para llegar a alguno de ellos.
Un buen comienzo sería que la Junta Administradora Local, o en su defecto Corpoblado (en formación) se enfocaran de manera creativa a darle más posibilidades de diversión a la gente de El Poblado. ¡No todos tenemos finca!

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