Cuidado con esos modelos a seguir

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Esta ciudad fue cuna de la mafia y se ha nutrido de ella, pero ese hecho no la representa ni la define. Se equivocan Álvarez y Botero en señalar a Pablo Escobar como símbolo
Llegó a Medellín, la ciudad que le había dado parte de su éxito musical, la ciudad que le ofreció un nuevo contrato para un espectáculo, con ocasión de la Feria de las Flores, y su gesto de saludo fue un tributo a Pablo Escobar y al cartel, estampado en su camiseta.

J. Álvarez, cantante de reguetón y protagonista del suceso, en sus palabras luego dio a entender que desconocía el contexto, además señaló que en su país, Puerto Rico, el extinto capo de la mafia tiene su impacto.

Ante el gesto, el alcalde Federico Gutiérrez pidió respeto por la ciudad y recordó las acciones macabras que durante algo más de una década aterrorizaron a Medellín. Ante la que el Alcalde presentó como una defensa de la ciudad, en redes sociales, donde no hay que estar documentado para opinar, aparecieron elogios a Escobar, que pierden peso con solo leerlos, luego replicó Andrés Botero, productor musical de Álvarez, para cuestionar al Alcalde por su bullying y para señalar a Escobar como “icónico” porque “representa la forma de pensar de un gran grupo de gente”.

Cuidado con esos modelos a seguir. La gente está en su derecho de disfrutar tango, salsa, rock, punk, reguetón. De interpretarlos. O incluso de no gustar de la música. Es el libre albedrío. Que Álvarez en sus letras diga “mueve las tetas y monta las nalgas y disfruta la noche antes que el sol salga” y que esa inspiración genere seguidores, es posible y, de alguna manera, necesario.

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En lo que no podemos equivocarnos es en la elección y consolidación de los modelos a seguir como individuos y como sociedad. En el sector privado, algo en la política, en las artes, en el deporte, en el mundo espiritual, los hay con suficiencia, incluso, y también hace parte del libre albedrío, no siempre consiguen consenso. Hace parte de los debates en sociedad.

Pero extender en la historia al extinto Escobar, como ícono, sí es problema. Esta ciudad fue cuna de la mafia y se ha nutrido de ella, pero ese hecho no la representa ni la define, como sí las gestas públicas, privadas, de los pequeños emprendedores y de los jóvenes innovadores que abundan en Medellín y que expresan transparencia, liderazgo, éxito, desarrollo y vida.

Si el productor de Álvarez tuviera la razón en su apreciación perdimos varias décadas como sociedad y el dolor y el miedo de alguna manera fueron inútiles. Que lo digan en los barrios vecinos de los edificios Dallas y Mónaco o de la estación de Policía, para solo citar ejemplos cercanos a El Poblado.

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