Controlen su diarrea, admirables señores

Ambas son cementeras ejemplares, modelos en su campo y bastiones de la economía, con mayor razón en estas épocas de gran auge de la construcción. ¡Compañías siempre mejores, que siempre llegan más lejos, que sus ejecutivos siempre miran más arriba!

Pero, quizá por tanto mirar hacia arriba, hay detalles de aquí abajo que parecieran escapárseles. Aunque pasen, literalmente, por encima de ellos todos los días.

En realidad todos, y no de manera voluntaria, pasamos y pisamos por encima de estos detallitos o recuerditos que nos dejan sobre las sufridas vías de El Poblado. En especial las lomas: Casi todas están adornadas con largas cordilleras de concreto -y también colinas, mesetas y la más variada orografía- cortesía de las decenas de camiones mezcladores que a diario suben por nuestras empinadas calles y que, a medida que la pendiente se empina, aumenta su incontenible deseo de dar del cuerpo.

¿Quién dice o hace algo? ¿Dónde está la autoridad? La misma autoridad que obliga a las volquetas a lavar con manguera las llantas al salir de una obra a fin de no ensuciar con barro las vías, no parece inmutarse cuando se trata de concreto, el cual sí se queda por siempre jamás como obstáculo a la circulación. Ya hoy son bien estrechas las vías, ¡no necesitamos que nos las estrechen más!

Pero, tratándose de empresas de semejantes calidades, este no debería ser un asunto de autoridad. Sino de responsabilidad, de autocontrol, de simple respeto por la ciudad y sus habitantes. Qué fácil sería para estas compañías, para las que imagen y proyección social son tan importantes, adelantar una campaña de quitarle el concreto a las vías. ¡Qué oportunidad de relaciones públicas tan evidente, tan barata, tan rentable!

Claro que esta campaña tendría dos partes: Una es la limpieza como tal, pero la otra es cómo evitar que esto vuelva a ocurrir. ¿Hay que llenar menos los camiones?, ¿hay que mantenerlos mejor?, ¿hay que hacerles alguna adaptación mecánica para que al subir no haya riesgo alguno de diarrea de concreto? Y la autoridad, que tanto gusta de emitir certificados, ¿por qué no los somete a estricta inspección periódica para asegurarse de que la diarrea está bajo control?

¿Cuál de las dos grandes cementeras la hará primero y se adueñará del concepto? ¿O la harán juntas, acaso, en inusual y bienvenido consorcio?

Soluciones concretas, ¡por favor!

Nota final: Lo único bueno es que, de tanto subir por la Loma de Los Balsos, están llenando los famosos resonadores o reductores de tráfico, “mecanismos” que serán tema de una próxima columna. Este sí es un favor que les agradecemos, aunque probablemente no lo hayan planificado así.

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