Negocios que echan vuelo en drones

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Recorrido de Vivir en El Poblado por el mundo startup. Una página para inspirarse y para conectarse.  Disruptivos con cuento. Y con caja. Hoy: Code.

Wilson Ospina no sabe manejar un dron. Es más, no tiene uno en la casa ni quiere tenerlo. Pero sí entiende el alcance de sus posibilidades y domina el mapa de los desarrolladores y de los usuarios, que trabaja para ponerlos a operar como red en beneficio de la generación de negocios y de empleo de calidad en el país.

Es comunicador social, trabajó en el Olaya Herrera y es el creador de Code – Colombia Dron Expo, la feria que nació como vitrina comercial y que en su segunda edición, en agosto 30 y 31 en Plaza Mayor, expresará el vuelco que Ospina cree necesario para su empresa y para “un país que es top 20 mundial en la industria”. Si, está bien leído, top 20, con todo y los retos en desarrollo, tecnología y formación.

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Code ahora le apuesta a constituirse en mercado de tecnología, en el que también haya acompañamiento a emprendedores, articulación de empresas y el impulso al registro de patentes. En la primera tuvo 2.000 visitantes, este año aspira al doble.

El alcance de un dron

Por defecto, un dron es un aparato volador que toma fotos y videos. Pero no puede haber una mirada más corta, señala Wilson. Un vehículo remotamente tripulado, como se denomina, presta servicios de fumigación en cultivos de plátano, como el que desarrollaron estudiantes de Urabá, también de café, arroz o aguacate. Mide la contaminación ambiental del azufre, como el creado en Barrancabermeja. O transporta muestras médicas entre entidades de la salud, volando hasta 25 kilómetros sobre la congestión vehicular. Además, tiene aplicaciones militares y hasta ofrece turismo remoto y virtual, de utilidad para viajeros que quieren llevarse una primera impresión de su destino.

“Todo eso está pasando en el país y lo que busca Code es articular la industria, reunir tanto emprendedor teso que está surgiendo y subir de nivel: del esfuerzo del día a día a la de patentar licencias y ofrecer un mercado al mundo”, comenta Wilson.

Un dron, además, puede ser un vehículo de aire, de tierra o de agua. Por las dudas.

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Retos con tripulante

La legislación nacional es otro de los retos de esta industria, señala Wilson: “tenemos todas las restricciones, el dron es visto como un problema para el tráfico aéreo. Por fortuna, esa mirada corta también viene experimentando un cambio”.

No parece haber barreras para Code, pues Wilson hasta tiene decidido vender su apartamento para apalancar más posibilidades. “Somos una startup que tiene proyección, que pretende crecer y hacer crecer a otros. Mi sueño es crear empresas de base tecnológica también entre la población que no tiene acceso a la universidad, pero sí a técnicas, para producir riqueza y bienestar para más gente”, termina.

 

¿Qué hacen mejor que los demás?

Somos únicos, dejamos de ser una feria. No competimos, facilitamos, tenemos una red de contactos que conectamos. Somos motor de la industria 4.0.

¿Dónde proyectan su futuro?

En un cambio de la ecuación. El desarrollador no se desgastará vendiendo por todo el mundo. A Code, como mercado de tecnología, vendrán compradores internacionales.

¿Cuál es el cliente ideal?

Desarrolladores de producto de tecnología nacional, universidades, “que no deberían seguir tirando sus investigaciones a la basura” y prestadores de servicios de drones.

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Esta historia se publica en alianza con la ANDI del Futuro, el gremio del liderazgo emprendedor de Colombia. Tiene presencia en siete regiones del país, con más de 350 startup afiliadas y su propósito es trabajar para que el emprendimiento sea un motor de desarrollo social y económico.

 

 

Por: Juan Felipe Quintero Arango / [email protected] 

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