Cerrar un año, abrir puertas y ventanas

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Cambio de año y cambio de década deberíamos abordarlos de manera sencilla y sincera. Y aprovechar los días que quedan de 2019 para fortalecer nuestro interior, nuestro mundo de los valores.

Cada vez que se aproxima el final del año, llega el momento de hacer balances, de mirarse, de alegrarse por los logros personales y de pasar arrastrando algunos fardos no resueltos. Y en el mejor caso, utilizar los aprendizajes para abrir puertas y ventanas hacia el porvenir. Pero la verdad vivimos en una época incierta.

En 2020 inicia década y además es año bisiesto. No hay que ser un estudioso de mánticas, ciencias ocultas, astrología, para intuir el giro que el mundo y la vida misma están preparando. Cambio de año y cambio de década deberíamos abordarlos de manera sencilla y sincera, a nivel personal, social y mundial. Aprovechar los días que quedan de 2019 para fortalecer nuestro interior, nuestro mundo de los valores.

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En el afuera observamos cómo la ambición de los países se desborda, la de las multinacionales se incrementa y la personal crece con el deseo de poseer más, incluso lo inútil. Lo suntuario es el valor vanidoso de esta generación.

Seguramente y más que nunca veremos en los próximos cinco años cómo se incrementan las fortunas y las ruinas, a no ser que recapacitemos en el adentro, en el deseo de vivir bien, sin tener que marchar sobre los hombros y las necesidades de los demás.

No olvidemos al sabio francés que nos repitió que el siglo XXI será espiritual o no será. Así, el ansia de encontrar sentido a lo que carece de él, se incrementa y ese es nuestro salvavidas para la próxima década. El sentido es indispensable, porque es inherente al ser humano saber que la vida tiene finalidades y cuando la ambición y el dinero se desbordan, el refugio en los valores espirituales resulta confortante. Qué ironía.

Como un pequeño remate a esta columna que es un llamado a cerrar año, dejar atrás, abrir puertas y ventanas a las propuestas infinitas de la próxima década, quiero decir algo sobre lo que más he encontrado en mi hacer como tarotista entre los consultantes: la falta de lealtad. Y la lealtad tiene que ver con el amor, que se pierde, que se diluye, que muere con el primer inconveniente. No hay amor y se perdió la lealtad.

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Dice Graham Green: “Nuestra pasión es rozar el borde vertiginoso de las cosas. Sigue siendo lo que ha sido siempre: el límite estricto entre lealtad y deslealtad, fidelidad e infidelidad, las contradicciones del alma”.

Feliz año.

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