Cauca Viejo, sólido espejismo

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  Por: Jose Gabriel Baena  
 
Yendo al suroeste, a mitad de la carretera entre Bolombolo y Puente Iglesias se encuentra el viajero con una portada singular: es la entrada a un territorio fundacional a la manera antigua antioqueña, denominado “Cauca Viejo”. Producto de un sueño absolutamente loco hace poco más de diez años, lo que era por aquellos días un inmenso potrero para cincuenta felices novillos es hoy, sobre una extensión de 33 hectáreas, un verdadero pueblo, el último fundado en nuestro departamento, donde ya se erigen poco más de 150 hermosas casonas en el estilo verdadero y certificado de la arquitectura de la colonización paisa que tuvo su época mayor entre 1880 y 1930 aproximadamente. He aquí el delirio cumplido de Don Rodrigo Restrepo Puerta, sus amigos Ramiro Mejía y Martín Tamayo, y del trabajo esforzado inicial y continuo de sus hijos Camilo y Andrés y familias. Durante mucho tiempo los que transitábamos por la calle 10 de El Poblado veíamos en la esquina de la 43D el gran aviso del proyecto, que parecía prometer algo imposible: un pueblo antiguo… recién fundado. Pero el sueño se volvió realidad: los costos iniciales fueron asumidos del todo por los entusiastas Restrepos y otros reclutados, quienes, como visionarios y racionales arquitectos y constructores tendieron primero bajo tierra toda la estructura de aguas y de electricidad, con los planos hechos para toda la inmensa parcelación, antes de empezar a elevar las casas. La gente fue llegando y asentándose, construyendo sus hogares según los modelos de la antigua arquitectura de hace cien años, previa aprobación de los fundadores, quienes viajaron por más de 80 pueblos de la antigua Antioquia, el Viejo Caldas, el Valle, identificando y registrando cuidadosamente los modelos originales. La fundación se hizo a la manera como se solía en la Colonización: primero un inmenso parque, con su iglesia y su alcaldía, donde funciona hoy la administración: vimos las fotografías de hace diez años, y en lo que era una explanación sin un solo arbusto hoy se puede sentar el viajero a la sombra de palmeras y de árboles nativos que en tan poco tiempo han crecido prodigiosamente. La tierra es generosa y grata y se han sembrado especies por todas partes, que ya parecen como si hubiesen estado allí desde siempre. Aves y otras especies animales han ido repoblando el territorio. Hermosas lagartijas se pasean a su amaño, hay un lago con patos, cisnes, peces. El cielo refulge de azul y sol. Y reina un silencio espléndido.
“Cauca Viejo” se divide en veredas de terreno plano y suaves colinas. Situado en un gran meandro o curva natural del río Cauca, tiene su puertecito desde donde parten las balsas de goma para los gomosos, reiteremos, del canotaje: se organizan paseos por el río desde allí hasta Bolombolo y de regreso, y cuentan los habitantes y huéspedes de las casas y de los dos hoteles del lugar con diversas actividades recreativas y culturales: paseos en bicicletas y vehículos todoterreno, cabalgatas, canchas de fútbol, básket, voleibol, tennis; tres fondas camineras para refrescarse del calor el caminante ecológico, recitales, tertulias y video-cine en el parque, retretas dominicales y la misa, no faltaba más.
Los niños de las veredas cercanas a “Cauca Viejo”, muchos de cuyos padres trabajan hoy allí, tenían que recorrer largas distancias para llegar a la escuela. Pues bien, la administración del lugar les puso su propia escuelita, a la que asisten 30 juiciosos y cumplidos alumnos diariamente. Se está pensando en organizar una biblioteca básica de autores antioqueños. En suma, “Cauca Viejo” es un pueblo surgido de la nada por el milagro del trabajo y de la imaginación unidos esforzadamente. Las facultades de arquitectura de Medellín deberían tener en sus programas una materia residencial en el pueblo, para que los futuros profesionales no sigan cometiendo las atrocidades que se ven hoy en fincas de todo oriente: arquitectura presuntamente posmoderna y hasta “bauhaus” y otros salpicones horrendos. Si por lo menos no estamos de acuerdo con mucha de la idealización de los “valores de la raza paisa” que tanto daño nos ha hecho, nos quitamos la cachucha rockera a la sombra acogedora de estas casas de “Cauca Viejo”, donde la medida del hombre ha vuelto a recuperar su respeto.

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