Altavoz en retrospectiva

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Altavoz en retrospectiva
Por Karin Richter

Una energía distinta se respira luego de que las bandas se bajaran del escenario, se cerraran las puertas del Cincuentenario y las fotos estuvieran editadas y publicadas en los distintos medios. Digo una energía distinta porque a diferencia del año pasado, hoy se respira tranquilidad y satisfacción por el deber cumplido bajo un ambiente de verdadero trabajo y mejoramiento por parte de las personas que estuvieron involucradas en la realización de la décima edición del Festival Altavoz.

Quiero dejar a un lado la quejadera (deporte nacional por excelencia) porque aquí estamos acostumbrados a llenarnos la boca cuando se trata de resaltar lo malo y a quedarnos sin palabras cuando alguien hace bien las cosas. Quiero centrarme en los aspectos positivos que vi el fin de semana de Altavoz pero sin perder de vista las pequeñas fallas que aún se deben corregir.

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Después del bajón y el descontento que se produjo en el 2012 y que se vio reflejado en notas, comentarios, redes sociales y demás, los encargados de traernos una nueva versión se enfrentaron con la enorme responsabilidad de celebrar los 10 años del Festival y se vieron en la tarea de tomar atenta nota de las fallas, las falencias, las inconformidades… A principios de este año, en una reunión realizada para los medios independientes, Mónica, Felipe y Viola, se sentaron a escuchar lo que teníamos para decir y tomaron nota para poder traernos en el 2013 una versión mucho más recargada y digna de los primeros 10 años del Festival.

Formación de medios
Por primera vez en la historia de Altavoz se incluyeron, además, de las charlas para los músicos y bandas, dos charlas para los medios independientes, con personajes destacados del periodismo musical, de tal manera que nuestra visión fuera acertada, objetiva y clara en el momento de cubrir. Es muy importante saber que para el Festival la formación no está enfocada solo a los músicos y al público, sino también a quienes de alguna manera u otra dan cuenta de las distintas etapas por las cuales pasa Altavoz a lo largo del año.

Durante las semanas previas a la etapa internacional, los medios recibimos de la mano de un excelente equipo de prensa, reseñas de las bandas, horarios de las ruedas de prensa, infogramas para la ubicación durante los tres días, recomendaciones para asistir, horarios de las presentaciones de las bandas de forma detallada e información general que no solo contribuyó a nuestro trabajo, sino que mostró una excelente organización logística.

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Con traductor
Dentro de las observaciones que se dieron a los directores del Festival, se habló de la falta que hacía un traductor para las ruedas de prensa con los artistas internacionales que no hablaran español. Este año contamos con una traductora que hizo muy bien su trabajo y facilitó la comunicación entre artistas y periodistas.

A su vez, la carpa de prensa estuvo dispuesta para que los medios pudieran acomodarse mejor, con sillas y mesas. Algunos aprovecharon para armar su “oficina” y gestionar toda la información que iban generando.

Un muy buen avance, pero para las ruedas de prensa de los artistas internacionales el espacio quedó pequeño pues este año el cubrimiento de medios, no solo locales e independientes, sino nacionales e internacionales, fue mayor.

Carpas, pogos y ebrios
Las carpas situadas a los lados del escenario principal estaban señalizadas para que pudiéramos ubicarnos con mayor facilidad. Nos pudimos resguardar de la lluvia y descansar de las extensas jornadas de trabajo. El único problema que vi, fue que cuando el aforo de las carpas ya se había cumplido y no dejaban ingresar a nadie mas, nos tocaba caminar por sus periferias y allí no había tapetes o ningún piso que impidiera ensuciarse o resbalarse. La caminada de un lado a otro se hacía un peligro, dada la lluvia y la tierra que convertía el suelo en una pista jabonosa.

La zona de prensa en el escenario principal también mejoró y estuvo un poco menos llena que en el 2012. Mal que bien, ya los medios estamos acostumbrados a trabajar con VIP, organizadores y músicos en el mismo espacio pero esta vez vi a muchas personas completamente ebrias pogueando en la zona de prensa y a algunos músicos con los instrumentos en el piso bloqueando el acceso al foso y haciendo de nuestra labor ¡todo un deporte extremo! El problema no es que estén ahí, sino que el alicoramiento, la actitud que les produce y la falta de sentido de común para poner sus objetos no nos deja trabajar bien.

“Altavoz tiene nube propia”
Una de las cosas que tanto público como bandas y medios pedían era el cambio de fecha del internacional. Entiendo que fueron muchos los esfuerzos para pasarlo, pero al parecer cambiar la fecha solo sirvió el primer día. Todos teníamos nuestras ilusiones puestas en que por fin íbamos a poder disfrutar de los tres días sin una gota de agua pero, como dicen por ahí, “Altavoz tiene nube propia” y nos mojamos hasta la médula el domingo y el lunes.

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A pesar de la lluvia, atrás quedaron los tiempos de las estibas y el tapete inundado. Para este año recurrieron a un piso mejor y el pantano y los charcos se redujeran en un 70%.  

Dos escenarios
¡Mejoraron mucho la tarima norte y se vieron propuestas muy buenas! La calidad de las luces, el tamaño del escenario y las bandas que allí se presentaron fueron el reflejo del empeño que se puso. Pese a quedar un poco lejos del escenario principal, a retrasos mínimos en la presentación de las bandas y a algunas fallas de sonido, la asistencia del público fue muchísimo mayor a la del año pasado.

En el escenario principal volvió la tarima giratoria y este año mucho más rápida. Excelente punto para que el público no se desanimara entre banda y banda y para que se cumpliera el horario programado.

Tuve la oportunidad de hablar con algunos integrantes de bandas que tocaron en ambas tarimas y recalcaron el profesional y excelente tratamiento que les dio el Festival. Los camerinos no pudieron ser mejores, tanto en la tarima norte como en el escenario principal, no hubo problemas de transportes, de puntualidad, de horarios y enfatizaron en que se sintieron acompañados en todo momento.

Variedad musical
Las nuevas reglas para la participación en Altavoz, los intercambios con otros festivales y la inclusión de bandas de Altavoz Antioquia en el cartel, hicieron que esta edición estuviera cargada de propuestas que muy pocos conocían y con mucha calidad. Es bueno abrir los oídos y permitirse escuchar otras bandas distintas a las que siempre suenan. Hubo variedad de artistas en las dos tarimas y se pudo ver a un público contento, tolerante, calmado, con ganas de escuchar, bailar y sollársela. Me fui contenta de conocer las propuestas de Engaño Estatal, La Toma, Los Castellanos, Militantex y de ver nuevamente a Ciudad Pasarela, La Doble A y Dosis apropiarse del escenario ¡e inundarme la cabeza con sus sonidos!

Mucho se dijo acerca de la “tanda de electrónica” que tuvimos el último día con las presentaciones de Federico Góez, Vélez y Zeta Bosio… Que no era para Altavoz, que muy aburrido, que el tipo no tenía conectados los cables… en fin. Alejándonos de las particularidades y viendo el panorama completo, pienso que la idea de poner casi al final una tanda completa de electrónica fue bastante buena, más cuando casi siempre cerramos el Festival con bandas de rock, metal, reggae, punk y hip hop. Este tipo de música hace parte del festival desde hace rato y también merece un espacio importante en el internacional con un horario nocturno.

Más que música
Letras, imágenes y actuación dan cuenta de que el Festival Altavoz es incluyente no solo a nivel musical. Se realizó un libro conmemorativo con fotografías y crónicas de la historia del Festival desde sus inicios; se montó un “museo callejero” con las mejores fotografías tomadas durante las distintas versiones, y se presentó la obra de teatro “Ensayo” en el ITM -sede Floresta- para mostrarle al público todas las situaciones a las que se enfrenta una banda de la ciudad.

Cumplidos los 10 años por lo alto en muchísimos aspectos y resaltando el excelente trabajo realizado por Mónica, Viola, Felipe y quienes los acompañaron en esta difícil labor, solo queda esperar que para el próximo año, con la edición número 11, Altavoz siga mejorando su nivel y supere las expectativas de quienes de alguna manera estamos vinculados y queremos lo mejor para el Festival, para la música y los artistas locales.

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