Vilma Piedrahíta, única entre “doctores”

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Quizás no postergó en su vida sino el matrimonio. Vilma Piedrahíta fue la primera mujer pediatra en el país, la primera decana de la Facultad de Medicina de la U. de A. y la primera rectora encargada de esa misma institución.

Por Sebastián Aguirre Eastman

Alguien le preguntó a Vilma Piedrahíta si la escultura de la Antioqueña de Oro, con la que la Gobernación de Antioquia la homenajeó en abril de 2016, no le había gustado. Las demás protagonistas del reconocimiento la levantaban en señal de alegría, menos ella. “Es que es muy pesada, no soy capaz de alzarla”, dijo.

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Tenía 82 años y aunque las fuerzas no le alcanzaban para levantar el galardón -de unos cinco kilos, que hoy reposa en su sala-, tenía todo el aliento para seguir trabajando por su pasión: la medicina, la pediatría y la nefrología infantil -especialidad que se ocupa de los riñones-.

Ese año dio fin a su trayectoria profesional, no por cansancio -aún a los 84 asiste a congresos y eventos académicos para compartir sus conocimientos-, sino porque comprendió que ya su presencia no era esencial. Tantos años se dedicó a formar nefrólogos desde la docencia, que su labor dio los frutos esperados. El legado estaba instaurado.

Cerca de siete décadas de su vida dedicadas a la medicina, y pensar en todo lo que le costó hacerse a un lugar. Recuerda que de cien admitidos a Medicina en la U. de A., cinco eran mujeres, que en los pasillos de la institución a sus compañeros les decían doctores y a ellas señoritas y que algunos pacientes solo querían ser atendidos por los “doctores”.

“Era un ambiente difícil. A las mujeres las preparaban para el matrimonio, no para ingresar a la Universidad”, dice, pero a eso se sobrepuso con su persistencia, el apoyo de su padre Guillermo y, sobre todo, sus ganas de estudiar, que ni tiempo le dejaron para pensar en matrimonio -se casó a los 40 con su vecino y amigo del barrio, Hildebrando Mejía-.

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Siendo estudiante fue premiada por Héctor Abad Gómez, quien la designó médica del hospital de Valparaíso, en el Suroeste antioqueño. Ni se había graduado y ya ostentaba un cargo importante para su carrera.

Vinieron luego los títulos de médica y pediatra, la beca de la Fundación Kellogg que la catapultó a Harvard y al Hospital Infantil de Boston. EE.UU., donde estudió nefrología, una especialidad que no existía en Colombia, y luego su regreso al país para desempeñarse en cargos médicos y administrativos: fue la primera mujer decana de Medicina en la U. de A. y rectora de la institución por tres semanas en un reemplazo del rector titular. El sector público también la disfrutó: poco tiempo, un año, en 1970, como subsecretaria de Salud.

En la actualidad goza de otro modo: leyendo, hablando de arte -el negocio de su esposo y su familia-, despidiendo a sus nietos, Vicente y Belén, cuando se van al colegio, o divisando el paisaje desde su casa.

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