Una tragedia que no debe repetirse

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Una tragedia que no debe repetirse
La familia de Alejandro Urrea propone una campaña que garantice espacios recreativos seguros. La responsabilidad recae sobre varias entidades del Municipio

Alejandro Urrea López, de 24 años, llegó a la cancha de cemento en Manila, el martes 24 de enero a las nueve de la noche. Solía jugar fútbol cada semana en el escenario deportivo ubicado en la calle 10A con carrera 43D. Durante veinte minutos jugó con sus amigos un partido que concluyó con su muerte. Cuando el balón quedó atrapado entre un arco y la malla, Alejandro se apoyó en ambos lados y recibió una descarga eléctrica de 220 voltios. En jugadas anteriores, otros jugadores habían tocado la malla. Juan Esteban Caicedo, amigo de Alejandro y compañero de estudios, cuenta que él también había recuperado el balón entre la malla y el arco y había sentido la corriente.
Los agravantes para Alejandro fueron que estaba sin camisa, sudando y que su cuerpo hizo un puente entre ambas mallas, cerrando un circuito eléctrico, lo que produjo la contracción de sus músculos y no le permitió soltarse. Sus amigos intentaron desprenderlo, pero recibieron la corriente, y Alejandro estaba atrapado. Finalmente, lo halaron de la pantaloneta, con un par de guantes de moto, y lograron retirarlo. Lo llevaron a la unidad de urgencias de Coomeva del Hospital General, pero los esfuerzos de reanimación fueron vanos.

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Responsabilidades
Un cable que alimenta la iluminación del recinto estaba averiado, posiblemente por hurto, y hacía contacto con la malla. Pero los responsables, tanto EPM como el INDER, dependen de los reportes de la comunidad para enterarse de estas anomalías. Así lo explicó John Mira, gestor administrativo de escenarios deportivos del INDER para la comuna 14, quien inspecciona dos veces por semana estos espacios. El recorrido previo al incidente fue el sábado 21 de enero y no se descubrieron daños. Mira dice que le han pedido al Área Metropolitana que arregle el bosque entre la cancha y la quebrada La Poblada que obstaculiza la visibilidad. Afirma que la cancha fue reservada para un partido el lunes 23 y que no se reportaron problemas, lo que sugiere que el daño del cable habría sucedido el lunes en la noche o el mismo martes. Otros equipos jugaron minutos antes de la tragedia y ninguno reportó un daño.
La respuesta de reparación por parte de EPM se activa cuando la comunidad señala el daño. Así lo explicó Pablo Pérez, jefe del área de Alumbrado Público. “Tenemos 134 mil puntos luminosos y es muy difícil mantener un control sobre todos”. Indicó que se ha hablado con la policía para que ayude a prevenir los robos de cables. Esa noche, el vigilante del Mas Cerca, ubicado frente a la cancha, fue quien contactó a EPM y al INDER. Dos horas más tarde, se iniciaban las reparaciones.
Adriana Calle, prima de la víctima, asegura que las consecuencias van más allá del incidente. La familia de Alejandro quiere que su muerte no sea en vano. Aunque no descartan una posible acción legal, su interés es que los espacios recreativos cumplan con los requisitos de seguridad. “La cancha está construida demasiado cerca del alumbrado”, dice Adriana. “El brazo de la lámpara hace contacto con la malla, no hay polo a tierra, no se reportan los robos y después del hecho no se acordonó el área”, agregó. Pablo Pérez explica que “el problema es la malla, la cual fue construida alrededor del alumbrado”, y que se debe hacer una campaña de revisión con el INDER para que esos detalles sean corregidos.
El comandante de Policía de El Poblado, teniente coronel Fabio Rojas, dice que el robo de cables es constante y responsabiliza a algunos habitantes de la calle. Queman el caucho para obtener el cobre y venderlo en las chatarrerías. Dice que no se acordonó el sector, por la rapidez con que se reportó y reparó el daño. Según el abogado Luis Botero, presidente del Instituto Antioqueño de Responsabilidad Civil y del Estado, hubo negligencia por parte de las entidades involucradas y “ninguna queda eximida de responsabilidad, sin importar si el daño se da por robo o se queda sin reportar”.

En casos de electrocución
El médico Juan Carlos Villa, especialista en medicina crítica y cuidados intensivos, explica que el paciente puede morir, por voltajes de 110 o 220, según el tiempo de exposición a la descarga. La corriente genera arritmia cardiaca y el corazón deja de bombear sangre al cerebro. También se afecta el centro cerebral que controla la respiración. El doctor Villa recomienda llamar a la línea de urgencias, solicitar personal competente, con desfibrilador cardiaco portátil. Se recomienda hacer reanimación cardiopulmonar. “Todos deben tener nociones básicas de primeros auxilios”, afirma.

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