Tres Cordilleras o el sabor de la pasión

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  Juanchi Vélez es el abad cervecero, tal y como lo indican sus tarjetas de presentación. Más bien el Abad. Puede que este emprendedor de 38 años no sea el único de los Abad –de los mismos del célebre escritor, tío suyo– al que le guste tomar cerveza, pero sí es el único que las produce. Su figura y cara bonachona lo delatan.
Hace dos años tuvo la valentía, otros le dirían quijotada, de montar una fábrica de cerveza artesanal en los alrededores de El Poblado, entre talleres y fábricas de confecciones. Y, la verdad, no se equivocó, pues sus Tres Cordilleras han crecido, para estar acordes con el tema, como espuma.
Su gusto por este oficio de hacer cerveza, para él un arte, le permitió saltar por encima de los consejos y supuestos sentidos comunes que le decían que estaba loco o, en el mejor de los casos, bobo; que cómo se le ocurría intentar competirle –o al menos estar al lado– de las cervezas tradicionales producidas por grandes grupos económicos que hasta convierten en héroes a quienes las ingieren. Pero con la terquedad de quienes no tienen dudas sobre lo que quieren hacer y valoran la diferencia, Juanchi sólo oyó su voz interior, la que le habló en 1998 al conocer en Washington una fábrica de cerveza artesanal. “Esto es lo que yo quiero hacer en la vida, le dije a mi esposa” y regresó a Atlanta, donde acababa de terminar un máster en pequeños negocios, a buscar trabajo en una microcervecería. Claro que el bicho ya le había picado meses antes, cuando probó una cerveza que le pareció tan deliciosa y distinta a las que se había tomado en Colombia, que empezó a investigar, a leer, a hacer trabajos sobre el tema y, obviamente, a tomar más cervezas “para buscar qué era lo que querían decir”. De manera que el conocer la cervecera fue sólo el empujón final hacia un destino que lo esperaba con los brazos abiertos, aunque no en principio.

Todo por un sueño
Como buen paisa entrón, tocó la puerta de Sweetwater, cervecería artesanal creada por otro emprendedor gringo de su misma edad –27 en aquel entonces–, pero no le dio trabajo. “Yo no hablaba español y él hablaba muy mal inglés, nos dice Fredrick Bensh –dueño de Sweetwater, hoy inversionista de Tres Cordilleras–. A ambos los encontramos sentados en ese bar encantador del segundo piso de la pequeña cervecera, desde donde se domina su producción. Se ríen mientras cuentan la historia de esos meses en que, ante los ojos del más ingenuo, Juanchi fue, sin eufemismos, explotado. “Le propuse trabajar gratis cinco meses con la condición de que me enseñara los secretos del negocio y él aceptó, seguramente pensando que yo no iba a durar más de 20 días”.
Pues tanto trabajó y aprendió en esos meses que se volvió imprescindible, se quedó cinco años más –con sueldo, obvio– y se hizo socio. Cuando sintió que estaba preparado para emprender un proyecto similar en Medellín, elaboró un plan con un amigo, lo presentaron a un grupo de inversionistas y “el 1 de enero de 2008 empezamos a montar la fábrica y en septiembre empezamos a vender cerveza. Lo que nosotros hacemos es traer todas las variedades que hay en el mundo de la cerveza y dárselas a la cultura de Medellín”.
En estos 16 meses, con sus cervezas Mestiza, Mulata y Blanca, Tres Cordilleras pasó de estar en cuatro bares a venderse en 110, la mayoría en El Poblado, y muy posiblemente se lleve pronto a otra ciudad del país.
“La gente la pide –dice Juanchi con orgullo inocultable–. “-¿En qué está su encanto? En que tiene personalidad, es una extensión de quienes trabajamos acá. Tiene la pasión, el amor, el detalle de la receta hecha con el gusto propio; sabores, olores, colores distintos y muy agradables y tiene el sueño de un paisa que está tratando de salir adelante, que fue al exterior, que aprendió cosas afuera y quiere hacerlas en su propio país, con su gente”.
Sin duda, Tres Cordilleras tiene la magia que le confiere la pasión.
Nos despedimos y dejamos a Juanchi y a Fredrick brindando con una Mestiza, recordando los viejos tiempos y haciendo planes para el futuro. Con la energía de estos dos emprendedores, hay Tres Cordilleras para rato.

 
     
 
 
 
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